A ti, que quieres ver a tu hija convertida en mujer realizada

EXCELSIOR

El empoderamiento femenino es, en esencia, el principio de la revolución de las mujeres que se aceptan a sí mismas y logran sus metas desde la comodidad de su propia piel

CIUDAD DE MÉXICO.

La palabra “empoderamiento” ha ido cobrando mucha fuerza con el paso de los años. Hoy por hoy, la escuchamos y la vemos por todos lados, decimos que está de moda; hay quienes, incluso, la han empezado a pronunciar sin pensar en su valor, desvirtuándola de vez en cuando…

El empoderamiento femenino es, en esencia, el principio de la revolución de las mujeres que se aceptan a sí mismas y logran sus metas desde la comodidad de su propia piel. Lemas como “juntas podemos” o el famoso “girl power” han ido moldeando la manera de actuar de las mujeres del mundo.

Pero hay una realidad que no se puede ignorar; el empoderamiento es un conjunto de acciones que empiezan en casa:

Confía en tu hija.

Impúlsala a resolver sus propios problemas.

Evita sobreprotegerla.

Fomenta su autonomía.

Enséñale la importancia de poder tomar sus propias decisiones. De poder decir “no” cuando algo no le plazca.

Nuestra responsabilidad es tan grande que trasciende la educación: la idea de la princesa que solo sabe ser princesa ha ido quedando atrás. Hoy es más usual ver mamás dirigiéndose a sus hijas con frases tales como: eres fuerte, eres inteligente, tienes el poder de elegir, eres suficiente, puedes lograr lo que te propongas. Es más común ver niñas autosuficientes que se levantan, corren, van, que se equivocan y lo intentan de nuevo, que se caen y se levantan solitas, que hacen preguntas, que no se conforman si algo no les parece, que cuestionan hasta quedar satisfechas, que eligen a partir de lo que sienten y no a partir de lo que la sociedad les impone desde pequeñas.

En días en los que el planeta entero celebra el trabajo de las mujeres que han luchado para reconocer y ocupar su lugar en el mundo, más niñas nacen, más niñas crecen, más niñas están a punto de convertirse en mujeres, más niñas toman consciencia de que su feminidad no se trata de cruzar las piernas cuando se sientan y de usar labial, sino de actuar y vivir sin importar las opiniones que vienen de afuera y que solo buscan limitarlas. Se trata de que puedan decir “no”, sin preocuparse por los juicios que otros les imponen.

Sigamos luchando por que esa brecha en donde nuestras niñas sienten que no pueden, que algo les falta para empezar a perseguir sus sueños, desaparezca por completo. Sigamos luchando para que nuestras niñas se atrevan a tomar decisiones de las que se sientan orgullosas, a crear sus propios universos para buscar sus propios resultados, a triunfar de la mano de otras niñas, a saber hacer equipo. Ese, sin duda alguna, puede volverse nuestro más grande legado para el mundo.