Dedicarle al ocio la ricura

turistas y feligreses (3)Por Horacio Corro Espinosa

El país estará amolado económicamente, pero curiosamente nos sobran quehaceres para, como se dice vulgarmente, írnosla pasando. Si alguien nos pregunta, ¿qué haces?, regularmente se contesta: «pues aquí nomás» o «trabajando» o de plano «nada», aunque la gente esté haciendo algo.

El ser humano puede hacer cualquier cosa con un gasto físico escaso, y con una ganancia económica nula.

En estos días en que según no hay nada que hacer porque no hay dinero, mucha gente se pone a pensar en una bola de cosas que ni ella misma sabe lo que está pensando, pero piensa, así de increíble. A veces, algunos se ponen a leer y cuando llegan al final de la lectura no saben qué leyeron, pero mientras permanecieron frente de unas letras, estuvieron pensando un montón de cosas que tampoco entendieron; así que mientras estuvieron con el montón de signos frente a sus narizotas ni leyeron ni entendieron.

Desde luego que hay gente un poco más abusada, que sabe que sentarse a ver una hoja con letras nos les beneficiará en nada porque reconocen que es hacerle al tonto, entonces, aprovechan el tiempo de otro modo. Se comienzan a recorrer la cara con la yema de los dedos hasta encontrarse un granito que lo pueden frotar con toda sabrosura y en honor al ocio, y entrado en calor, al granito le dan en la torre enterrándole las uñas hasta sacarle la sangre. Después de eso, el granito se convierte en chipote, pero aún así, lo siguen fastidiando para seguir disfrutando del dolor provocado. Y hay otros que no nada más se conforman con eso, sino además, lo huelen y lo amasan entre los dedos.

Como el ocio es la distracción favorita de los que no tienen cosa mejor que hacer. Se ponen a depilarse la nariz. Algunos sacan las tijeras y con el pico de esta se van cortando poco a poco las puntitas de los vellos. Conforme van desmochando, van metiendo más y más los filos hasta acabar con los pelitos del fondo.

Están los adictos a arrancarse los vellos con la yema de los dedos. Agarran el racimo de pelitos que se asoma en la fosa de la nariz y se los jalan bruscamente sin podérselos arrancar a la primera porque estos resbalan entre los dedos. El dolor les provoca que las lágrimas les broten, pero ahí siguen duro y duro ante los necios vellitos que no se quieren zafar. También está la gente cuidadosa o delicada, que durante un buen rato tuercen y tuercen el vello hasta vencerle la raíz. El tiempo empleado en este último método es más tardado pero menos doloroso. En estos tiempos de no hacer nada, es necesario utilizar el tiempo en algo.

Hay otros cuates que le dedican horas y horas a otras actividades ociosas, como el que se come las uñas de las manos, el que se dobla y se retuerce las orejas, el que se escarba los dientes con un palillo, el que se truena los dedos, el que…  bueno, pues todos, ¿no? creo que todos le hemos dedicado al ocio una distracción de estas ¿a poco no?

Creo que yo también, pues hoy no tuve otra cosa mejor que hablar.

 

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