Gestaron sus obras; admiran la maternidad

EXCELSIOR

Cuatro creadoras mexicanas de distintas disciplinas artísticas reflexionan sobre la decisión de no ser madres

CIUDAD DE MÉXICO.

La maternidad también es concebida como pregunta, duda, no sólo como certeza incuestionable; puede ser una evocación sin nostalgia ni arrepentimiento, un deseo que no siempre es necesario realizar, decisión que puede no entrar en los planes de vida o aplazarse sin cesar.

Esto según la mirada, desde el otro lado del espejo, de cuatro artistas mexicanas de distintas disciplinas que no son madres, lo que no les impide valorar esta experiencia que viven algunas mujeres, a quienes se festeja hoy.

“El prodigio de gestar y dar a luz es muy importante, pero no en todos los casos indispensable”, afirma la coreógrafa Lydia Romero. “La maternidad no es el único camino para la mujer, pero sí uno de los más bonitos”, agrega la escritora Verónica Murguía. “Es un trabajo de tiempo completo, lleno de gozos y retos; mi respeto por las madres en todos los sentidos”, añade la artista visual Tania Candiani. “La decisión de ser madre o de casarme no entró en mis planes, como que seguí un camino con lo que se presentaba”, remata la investigadora Sara Poot.

Si bien no fue una decisión que tomaron de manera consciente o determinante, sino que “se fue dando” u obedeció a diversas circunstancias, aclaran que no ven a la maternidad como un obstáculo para su carrera, pues tienen amigas que son madres y nada las ha detenido.

Lo que sí destacan es que han disfrutado mucho creando e imaginando su arte en libertad, teniendo todo el tiempo para concentrarse en él, y que no ha sido difícil no ser madres, porque “cada obra puede considerarse como un hijo(a)”.

“Para nada ha sido difícil no ser mamá”, dice categórica Lydia Romero. “Al contrario, comparo las responsabilidades que tienen mis amigas madres con las mías y de verdad las admiro; son capaces de dedicar tiempo y creatividad a su casa e hijos, además de a su obra”.

De hecho, la también bailarina se siente de alguna manera madre de sus obras. “Una produce las piezas en un proceso de gestación, casi como si fueran un bebé. En mi caso, cada obra es como un hijo. Y cumple con todo ese proceso desde la primera imagen e idea: cómo va germinando, tomando forma a lo largo de meses. Es un producto que no se concluye jamás, como la vida humana”.

Asegura que no rechazó la maternidad. “Siempre había algo qué hacer, giras, estrenos. Para mí fue natural aplazarla y me di cuenta de que nunca tuve ese llamado tan claramente. Nunca decidí no tener hijos, sino fue algo paralelo al desarrollo de mi trayectoria”.

Romero supone que “el llamado de la maternidad es orgánico, natural, demandante, intuitivo, una necesidad biológica, pero no imperante”. Incluso, ha abordado el tema con ironía en sus coreografías. “Es una reflexión sin echarlo de menos. Es uno de los caminos para la mujer y es maravilloso, pero cada quien debe darle el peso que quiera a sus respectivos quehaceres”.

No es necesaria

Para Candiani, la maternidad no es necesaria, pero le costó asumir esta convicción. “De joven no me cuestionaba, asumía la maternidad como un hecho. Después se convirtió en una pregunta y llegué a pensar que en caso de ser mamá tendría un solo hijx. Con el tiempo fue incómodo cuando la familia de los amigos o los novios preguntaba: ‘¿y tú para cuándo?’ Un día supe que en realidad ser mamá no era algo que yo quisiera o necesitara”.

Y confiesa que “hace años me daba nostalgia del hijx que pude haber tenido al ver amigos queridos con hijos, o a mujeres poderosas que son mamás solas y lo hacen tan bien, pero hace mucho que tomé la decisión de no ser mamá. Y no me arrepiento”.

Piensa que para toda mujer es vital poder decidir ser mamá o no en el momento que sea, por lo que es fundamental poder acceder a una interrupción del embarazo segura. “En el mundo del arte falta conciencia del trabajo que eso implica. Hay todavía una ignorancia y desconsideración respecto a la maternidad. Es algo en lo que debemos trabajar y luchar como mujeres”.

Y acepta que vive y crea con mayor libertad. “Dedico mi tiempo, mi cuidado y mis pensamientos a mi investigación, mi obra, mi pareja, mis amigos, mi familia, mi gatito (en el mismo orden de importancia, todo simultáneamente). Pero sí puedo sumergirme en un proceso largo de producción con desvelos consecutivos”.

A solas

Verónica Murguía considera que la maternidad a solas no debería tener tanto prestigio, “sino las buenas madres y ésas no son todas”. Hay mujeres que traen niños al mundo y no los atienden bien, lamenta. “Antes, las abuelas apoyaban más al cuidado de los hijos, pero ahora no, las madres la tienen cada vez más difícil. Creo que debemos abandonar la idea de la perpetuación del ADN y abrirnos a la posibilidad de adoptar, pues hay muchos niños que no tienen hogar”.

La autora confiesa que no ser madre no fue una decisión suya, sino algo determinado por su salud. “Aun así, fue una realidad difícil de aceptar; años después ya no me importó”. Y admite que el hecho de no ser madre la hace vivir el acto creativo de distinta manera, con mayor libertad. La también historiadora dice que siente simpatía por los chicos y sus cuentos salen de las memorias de su infancia. “No es difícil no ser madre. Es una realidad distinta”, concluye.

Finalmente, Sara Poot admite que “vivir sola es ser libre, pero no siempre fácil”. Y no ser madre, en su caso, así se dio. “Nunca tuve ‘instinto maternal’, entre otros instintos que no he tenido. Hubiera sido forzar las cosas. Nunca lo pensé. ¿Raro? No lo sé: ni ser madre ni estar casada, ni ser madre soltera. Lo respeto y valoro en quienes lo son”.

La profesora de la Universidad de California indica: “Quiero a las madres, sobre todo a quienes son amigas de sus hijos: los cuidan, los hacen responsables, independientes, respetuosos. No tiranos con sus padres ni abusivos con nadie. Respeto a quienes, además del interminable trabajo de casa, tienen que cumplir con sus otras profesiones”.