La encrucijada, fotografía mexicana actual

niño con pezLos avances técnicos han configurado un nuevo panorama de esta disciplina, que se ha vuelto una reflexión íntima; un libro y una exposición dan cuenta de este cambio

CIUDAD DE MÉXICO, 21 de mayo.- La fotografía mexicana atraviesa una encrucijada, ataja Ana Casas Broda, artista e investigadora. Se debe, dice, a los avances técnicos y la disponibilidad de medios para producir y consumir la imagen, lo que ha generado un nuevo panorama de la disciplina que ya no se centra en la Ciudad de México, epicentro por años de la estética nacional.

Entonces, dimensionar la instantánea actual obliga a mirar fuera del centro y atender a fotógrafos jóvenes, tanto del sur como norte del país quienes utilizan lenguajes profesionales para retratar su entorno local, su imaginario cultural, su propia crisis; no como un registro antropológico, sino como una reflexión íntima.

Son artistas de la lente que aprovechan la saturación de la imagen a través de internet y la facilidad para adquirir un dispositivo fotográfico, para construir una postura respecto a su condición social, personal e incluso política que luego proyectan en instantáneas de composición plástica.

Poco más de 50 de estos fotógrafos emergentes, que cubren la mayor parte de la geografía nacional, integran la investigación Develar y detonar. Fotografía en México, ca. 2015, realizada en colaboración por Casas Broda, Gabriela González Reyes y Gerardo Montiel Klint, que derivó en un libro a cargo del Centro de la Imagen y la editorial RM y, a la vez, en una exposición que se presentará en junio próximo en el CentroCentro Cibeles, en Madrid, España, en el marco del PhotoEspaña.

Para octubre, la misma muestra se montará en el Centro Nacional de las Artes, como parte de las exhibiciones del Foto.Mx, festival organizado por el Centro de la Imagen para dar continuidad a Fotoseptiembre, suspendido en 2013.

Aun cuando se trata de una curaduría, el proyecto no establece una definición única de la fotografía mexicana; más bien propone una mirada panorámica de la producción más joven para entender cuáles son las búsquedas de los artistas, qué temas les preocupan y cuáles son sus soluciones técnicas y estéticas. Es, señala Casas Broda, presentar su visión como espectadores de una escena activa.

“Lo que se está generando es un panorama particularmente fértil y muy cambiante, muy nuevo, muy sorprendente de la foto en México. Y a nosotros lo que nos interesa no es hacer una curaduría a partir de nuestras ideas, de lo que se supone debe ser la foto, sino partir del contacto con los autores, para plantear una lectura. Nos interesa gente que tenga en su fotografía una postura crítica sobre su entorno, una postura en la vida, postura política, cuestionamientos de identidad”, señala en entrevista.

A partir de un diálogo directo con los artistas y de tratar de cubrir el mayor panorama geográfico, la selección de fotógrafos se define por ser emergentes, cuyos intereses coinciden en entender la imagen como una lectura de sí mismos. Entonces, la curaduría no se determina por núcleos temáticos, sino que hace cruces y encuentros de ideas que versan en el paisaje urbano y rural, la identidad sexual, las costumbres culturales, el autorretrato y hasta la violencia y la criminalidad en comunidades indígenas.

“En realidad es muy difícil hacer un recuento de la fotografía mexicana, resultaría muy pretencioso; entonces, la idea es abrir el espacio para nuevos discursos y plantear cuestionamientos, preguntas sobre esta encrucijada, preguntarnos hacia dónde nos lleva.

“No queremos plantear una conclusión como sentencia, sino que queremos abrir una perspectiva sobre ciertos autores que están trabajando de ciertas maneras o abordando temas que nos parecen tienen un significado social, político o de identidad y que se abren a nuevas preguntas”, apunta.

Por ejemplo, el paisaje, un tema antiguo en la foto y la pintura, se retoma en los trabajos emergentes no como un documento de registro, sino como una reflexión de los daños del hombre sobre él. Es el caso de Ray Govea, originario de Hidalgo, quien presenta un entorno casi apocalíptico de Pachuca, ciudad construida sobre restos de minas.

También la identidad es de los asuntos más abordados en las imágenes, en un intento por dimensionar qué significa pertenecer a ciertas comunidades o ser fiel a costumbres de antaño. “Lo interesante es que no es una mirada antropológica a la que estamos acostumbrados en la fotografía, donde se mira al otro, a la pobreza, a lo raro, lo extraño; sino que se reflexiona desde sí mismo, desde su localidad, su propio entorno, de su infancia, su vida, sus memorias”.

Montiel Klint aclara que no se trata de un nacimiento de la fotografía producida en la periferia, pues siempre ha existido, sino que se ha logrado dejar a la Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey como únicos productores, para entonces concentrar la atención en zonas como  Veracruz, Chiapas o Sonora, cuya producción ha crecido a partir de proyectos incipientes, como festivales y seminarios.

Con la intención de dar proyección a escenas locales responde la iniciativa de Fundación Televisa, quien patrocina el proyecto, de comprar toda la obra que integra la exposición para integrarla a su colección, y con ello iniciar un acervo de fotografía emergente. “La idea es generar  movimiento que dé visibilidad a artistas jóvenes, y es una gran apuesta por parte de la fundación”, concluye Montiel Klint.

¿Dónde y cuándo?

Develar y detonar. Fotografía en México, ca. 2015 se inaugurará el 2 de junio en el CentroCentro Cibeles, Madrid, España.
En octubre se presentará en el Centro Nacional de las Artes.