La vida por un bidón

Hasta el día de ayer, el nombre de Tlahuelilpan era desconocido por muchos hasta que ocurrió una tragedia. La perforación de un ducto de Pémex se convirtió en una toma clandestina de gasolina cuando los pobladores de ese municipio de Hidalgo comenzaron a rapiñar el combustible.

Luego se presentó una fuerte explosión que hasta el momento ha dejado 66 muertos, 76 heridos y más de 80 personas desaparecidas. Los videos y fotos del antes y despúes dejan clara la magnitud del siniestro.

Esta mañana, los expertos forenses ya trabajaban arduamente en el lugar: separaban y contaban las pilas de los cadáveres quemados. Niños y adultos querían a toda costa ‘huachicol’ pese al peligro que no midieron, como si la vida valiera un bidón de gasolina.

Los heridos sufrieron severas quemaduras y fueron trasladados a distintos hospitales, mientras familiares en la zona lloraban y gritaban buscando a sus familiares desaparecidos

Ay no, ¿dónde está mi hijo?», decía entre sollozos Hugo Olvera Estrada, cuyo hijo de 13 años, Hugo Olvera Bautista, se encontraba en el lugar cuando estalló el fuego. Envuelto en una manta frente a una clínica, el hombre ya había recorrido seis hospitales.

Pero antes de la tragedia, la fuga provocada por una perforación clandestina parecía un regalo del cielo. Familias enteras festejaban con alegría y recolectaban el combustible en envases.

La gente jugaba, se reía y se mojaba con gasolina”, expresó una la reportera Joselyn Sánchez.

Los cuerpos calcinados, un crácter en la tierra y el dolor irreversible, los temas que conmocionan no sólo en Hidalgo sino en todo México.

Este siniestro ocurre día despúes de que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, lanzara un plan para combatir este grave problema conocido como ‘huachicol’.

“Vamos a erradicar eso que no sólo daña materialmente, no sólo es lo que pierda la nación por ese comercio ilegal, este mercado negro de combustibles, sino el riesgo, el peligro, la pérdida de vidas humanas», dijo el presidente.

Las personas que lograron sobrevivir gritaban, lloraban y corrian agitando sus brazos, envueltos en llamas.

El campo quemado estaba sembrado de zapatos, jarras de plástico y bidones que habían llevado las víctimas para recoger el combustible derramado.