Leonardo da Vinci, un genio inadaptado

EXCELSIOR

En el marco del 500 aniversario luctuoso del famoso artista florentino, que se cumplirá el próximo 2 de mayo, aparece en español una ambiciosa investigación firmada por el célebre autor estadunidense Walter Isaacson, también biógrafo de Albert Einstein y Steve Jobs

CIUDAD DE MÉXICO.

Leonardo da Vinci (1452-1519) se consideraba por igual ingeniero y científico que pintor y escultor. Presumía su capacidad para diseñar puentes, canales, cañones, cerros, acorazados y edificios públicos. Hacía producciones teatrales, planeaba el desvío de ríos y bocetaba ciudades ideales y máquinas voladoras.

Da Vinci demuestra que la capacidad de establecer conexiones entre diferentes disciplinas es la clave de la innovación, la imaginación y el genio”, apunta el investigador estadunidense Walter Isaacson (1952) en su biografía Leonardo da Vinci, que acaba de publicar en español editorial Debate, en el marco del 500 aniversario luctuoso del genio florentino.

El también biógrafo de genios modernos como Einstein y Steve Jobs echa ahora luz sobre la vida, obra y pasiones de Da Vinci que dio vida a dos de las pinturas más célebres de la historia: la Última cena y la Mona Lisa.

Llama la atención sobre cómo un hombre que no tuvo una educación formal, que apenas sabía leer en latín o hacer divisiones complicadas, poseía “dotes extraordinarias” de observación y curiosidad. El historiador señala que tanto el hombre como la naturaleza eran vitales para Da Vinci, quien con la misma pasión estudió anatomía, fósiles, el corazón humano, óptica, botánica, geología, corrientes de agua y armamento. Y quería conocer lo mismo las medidas del Sol y por qué medios corren sobre el hielo en Flandes como el aspecto de la lengua de un pájaro carpintero.

Sus investigaciones científicas conformaron su arte. Arrancó la piel de los rostros de los cadáveres y delineó los músculos que mueven los labios para pintar la sonrisa más inolvidable del mundo”, dice el autor de este volumen de 581 páginas.

Isaacson describe al creador de La dama del armiño como “un bicho raro” que le daba poca importancia a ser “un inadaptado: bastardo, homosexual, vegetariano, zurdo, distraído y, a veces, herético. Florencia prosperó en el siglo XV porque se sentía cómoda con personas así”.

Para Juan Carlos Ortega, editor de Debate, Leonardo es el arquetipo del hombre del Renacimiento. “Estamos hablando del humanista quintaesencial visto por el humanista moderno que es Isaacson. Nos puede decir mucho a los lectores en este momento de incertidumbre, de ataque al humanismo”, explica en entrevista con Excélsior.

Este modo de ver la vida está siendo restringido, atacado. Hoy existe una súper especialización que puede llegar a ser alienante. Y leer lo que fue Leonardo en una biografía con este rigor hace ver que existen otros modos de enfrentar nuestro ser político y social. La vida se puede ver con otras perspectivas, no sólo blanco y negro, y eso es lo que este genio nos enseña”, agrega.

El editor piensa que es un acierto del biógrafo que estudió historia y literatura en la Universidad Harvard comparar el siglo XV con el XXI, pues ambos dan lugar a descubrimientos, a la exploración y al arribo de nuevas tecnologías.

Siempre he fantaseado un poco con qué hubiera hecho Da Vinci con las nuevas tecnologías que hoy existen, qué hubieran hecho los renacentistas, gente de creatividad desbordada. Nos presenta al pintor desde otra perspectiva, acerca al personaje, lo desmitifica y dice qué tiene en común conmigo”, indica.

 

SOBREVIVEN PREJUICIOS

Pero lo que más le asombra, confiesa, es cómo en la actualidad sobreviven prejuicios que ya habían sido superados hace más de 500 años. “La pregunta es qué logros extraordinarios y cuánta riqueza nos estamos perdiendo en el siglo XXI por mantener ideas, intolerancias, discriminaciones, que de hecho en el siglo XV ya habían sido superados. Hasta dónde puede llegar el ser humano si enfrenta la vida con otra perspectiva”.

Señala que Da Vinci es uno de los pocos artistas y pioneros de la ciencia que sigue detonando la imaginación a nivel popular, académico y literario. “Esto nos hace reflexionar sobre hasta qué niveles aceptamos al ser extraordinario, lo vital que es vivir con honestidad intelectual absoluta y los alcances y el costo que se paga por esto”.

Asegura que también es digno de admiración el amor y respeto que el pintor sentía por la naturaleza, algo que ya se perdió. “Incluso va un paso más allá de la observación romántica de la naturaleza, él activamente fue a interrogarla. Sus dibujos del vientre materno, de mujeres embarazadas, por ejemplo, los hizo viendo los cadáveres”.

Isaacson detalla que para escribir este título tomó en cuenta las tres grandes biografías de Leonardo: la del pintor Giorgio Vasari, el manuscrito Anónimo Gaddiano de 1540 y el libro de Giovanni Paolo Lomazzo confeccionado en 1560. Estos textos lo describían como “un hombre de belleza y gracia llamativas. Tenía una larga cabellera de rizos de un rubio dorado, constitución atlética, una notable fuerza física y vestía con coloridos atuendos”.

Aclara que para esta biografía se basó en los cuadernos manuscritos que dejó Da Vinci, que constan de más de siete mil 200 páginas con notas y garabatos. “Peregriné en busca de los originales por Milán, Florencia, París, Seattle, Madrid y Londres; sabía que ahí estaba la esencia de su genio, pues lo mismo dibujaba rizos de cabello y remolinos de agua que turbulencias de aire”.