Porfirio Díaz un gran conciliador

porfirio diaz 2En el marco del centenario luctuoso del expresidente, que se celebra mañana, Rafael Tovar y de Teresa habla de los últimos años del gobernante en el exilio

CIUDAD DE MÉXICO, 1 de julio.- El último año en París fue “apacible y pleno” para el expresidente mexicano Porfirio Díaz Mori (1830-1915), quien decidió vivir su exilio, que comenzó en junio de 1911, en la llamada Ciudad Luz, donde encontró la muerte el 2 de julio de hace cien años.

“Fue un hombre muy sano. Prácticamente montaba a diario, caminaba. No tuvo mayores enfermedades, hasta que cayó en cama unas cuantas semanas antes de su muerte. Tuvo una plenitud física extraordinaria”, afirma Rafael Tovar y de Teresa.

En entrevista, el presidente de Conaculta detalla que dedicará su segundo libro sobre el hombre que dirigió el destino de México durante más de 30 años a su periodo parisino, a la forma modesta como trascurrieron sus últimos años y a su muerte.

“Es un libro que, partiendo de donde me quedé en El último brindis de don Porfirio (2010), que era la mañana siguiente de las fiestas del Centenario de la Independencia, narra cómo empieza a desencadenarse la caída del gobierno porfirista, cómo es su renuncia, cómo es su ida al extranjero, lo que sucede en México y, finalmente, su muerte en 1915”, explica.

El promotor cultural afirma que este volumen, aún sin título, está prácticamente terminado y que será publicado por la editorial Taurus en octubre próximo. “No pudo estar listo para el centenario luctuoso (que se conmemora mañana), a pesar de que he hecho muchos esfuerzos para tener tiempo en medio de la responsabilidad de Conaculta, pero es una investigación de muchos años y necesita tiempo”.

porfirio diaz 1Destaca que Díaz, quien fue presidente de México en nueve ocasiones, entre 1876 y 1911, falleció de razones naturales. “Murió de 85 años en una época en la que la expectativa de vida en México era de 30 años, y en España de 31 años. La expectativa más alta la tenía Suecia, con 50 años. Seguramente sentía nostalgia del país, de su tierra natal, Oaxaca, pero creo que fue producto de la edad. Tuvo una vida plena”.

El exembajador de México en Italia se refiere a Díaz como “un gran personaje del siglo XIX, contemporáneo de todos los grandes de la Reforma, un hombre que se formó en las armas y le dio tranquilidad institucional y crecimiento a México, como un gran conciliador”.

Señala que para su segundo libro sobre el héroe de la Segunda Intervención Francesa en México visitó todos los archivos militares, civiles, los de la Secretaría de Relaciones Exteriores. “Fui a Francia y visité la iglesia de Saint-Honoré-d’Eylau, donde primero fue enterrado, antes de ser trasladado al cementerio de Montparnasse. Conocí la casa en la que pasó los veranos en Biarritz, rentada. Fue un hombre que vivió con gran austeridad, con sobriedad.

“Encontré el documento donde se hace una liquidación de todos sus bienes en México, por la cantidad de un millón 500 mil pesos, que le son depositados por el Banco de Londres y México en Francia, con lo cual vivió con dignidad, pero sin excesos. Fue un hombre tan concentrado en el poder, que nunca tuvo mayores ambiciones económicas”, agrega.

porfirio diazEl autor de Paraíso es tu memoria menciona que ha encontrado dos posibles fechas en las que el cadáver embalsamado del coronel fue sepultado en Montparnasse, 1921 y 1923. “Es curioso si fue en 1921, al mismo tiempo que un gobierno ya revolucionario, que había salido de una lucha política en la que él había perdido el poder, celebraba la consumación de la Independencia”.

Sobre la repatriación del cadáver de Díaz a México, que mañana pedirá oficialmente el Ayuntamiento de Oaxaca en sesión de Cabildo, el egresado de la UAM con estudios en Francia aclara que no ha habido impedimento alguno por parte de las autoridades.

“No ha habido absolutamente ninguna postura oficial que se manifieste en contra. Pero creo que esto pertenece al ámbito privado. Es su familia la que lo tendrá que decidir, asumirlo y llevarlo a cabo. No existe ninguna prohibición y es una decisión de los familiares, porque ellos tienen los derechos de los restos.

“Si se le reciben con honores de Estado o no es motivo casi de una discusión nacional, más que una decisión política, tiene que valorarse su papel como expresidente y militar. Es uno de los grandes generales que ha tenido México. Simplemente creo que no se han dado las circunstancias, pero es una iniciativa que debe darse al interior de los propios descendientes”, reitera quien a título personal ofrecerá una charla sobre el prócer mañana en Oaxaca.

Su justa dimensión

Para Rafael Tovar, la figura de Díaz ha tenido diversas percepciones según las épocas, incluso las que le tocaron a él en vida. “Esta es una época que permite verlo en un sentido mucho más amplio, más como un personaje del siglo XIX con el que concluye esta centuria, que como uno del siglo XX, pues si lo vemos en retrospectiva sólo se advierten los horrores y los errores y no un claroscuro, como con todos los personajes históricos”.

Añade que, en los últimos años, “he visto, por los textos y las opiniones que han surgido, que ya no sólo se le califica como el dictador y como el hombre que provocó la Revolución mexicana, sino que hay una visión mucho más amplia para contemplarlo en su justa dimensión, que es un gran personaje del siglo XIX, que nace en 1830, a nueve años de consumada la Independencia, y que participa en todos los grandes movimientos del siglo.

“Tampoco podemos dejar de ver su parte militar. Es un hombre que se formó en las armas. Participó en la guerra de Intervención francesa, es héroe de la Batalla del 2 de abril y es una figura destacadísima en el triunfo contra los franceses”, apunta.

Recuerda que a don Porfirio le tocó vivir en un siglo convulso, lleno de guerras civiles, de golpes de Estado, de inestabilidad, de déficit económico crónico, difícil para México.

“Cuando él llega al poder, esos 31 años, con un paréntesis de cuatro años, de 1880 a 1884, son los únicos que tiene el siglo XIX mexicano de paz, de tranquilidad institucional, y en el que el país puede volver a crecer. Se necesitaba un derroche de recursos y fuerza institucional. En un año, de un déficit crónico, México empieza a tener un superávit”.

Tovar y de Teresa narra que le interesa particularmente el momento de las fiestas del centenario de la Independencia que festejó Díaz, en 1910, porque de alguna manera condensa la visión que se tiene del porfiriato.

Y alude al discurso histórico de conciliación que pronunció el 14 de septiembre de ese año y cómo logró convocar a las fiestas la representación de 31 de los 60 países que existían en esa época, incluidos España y Estados Unidos, y la apertura hacia la cultura internacional y prehispánica.