Pozahuanco, entre la tradición y el desuso

El imparcial

Mujeres indígenas de la Costa se dicen orgullosas por la herencia textil de su pueblo, pero temen que se pierda ante el desinterés de las nuevas generaciones.

Del púrpura al lila, y del azul al guinda van los tonos en el pozahuanco de Elvira Plaza, una artesana originaria de la Costa Chica de Oaxaca. En su pueblo, conocido en lengua mixteca como Ndoo Yu’u (Lugar donde se lava la boca), ella y otras mujeres siguen portando esta prenda ancestral, acompañada de un mandil.

Y no sólo eso, sino que ella y otras más se mantienen firmes en la conservación de esta prenda identitaria que se encuentra en riesgo de desaparecer ante el auge de la vestimenta estilizada o aquella que producen las maquilas al por mayor.

Aunque la mayoría de quienes usan este “enredo” o nahua rebasa los 40 y 50 años de edad, Elvira dice sentirse orgullosa por mostrar parte de su tradición en una prenda que desde los 15 años aprendió a tejer.

Al igual que ella, la señora Maricela es otra mujer mixteca que viste y teje el pozahuanco que ha dado identidad a muchas mujeres de la Costa oaxaqueña, especialmente en la zona que comprenden Jamiltepec y Pinotepa Nacional.

Ambas mujeres, de 50 y 53 años de edad, respectivamente, ven en el pozahuanco una parte esencial de su vida, ya que desde muy jóvenes aprendieron a tejerlo y usarlo.

Ya sea por seguir los pasos y enseñanzas de sus madres y abuelas, las dos siguen tejiendo en su isa (como se le conoce en mixteco al telar). De esta forma, pueden no sólo hacer su propia vestimenta, sino crear prendas que, una vez vendidas, les ayudan al sustento familiar.

¿Un textil en desuso?

Al igual que en varias culturas del mundo y del país, el enredo o pozahuanco es una prenda ancestral que ha servido para cubrir el cuerpo de las mujeres.

El investigador y curador Alejandro de Ávila se refiere a este tipo de “enredo” como algo que vincula a México con otras culturas como la de India, donde el sari se percibe como ese lienzo envolvente que usan las mujeres.

En Oaxaca, tal prenda se ha manifestado a manera de “nahua”, como se le denomina en los pueblos mixtecos de la Costa. Ya sea teñido a base del caracol púrpura marino o hecho con hilos mercerizados, el pozahuanco sigue dando identidad a varias poblaciones como Pinotepa de Don Luis.

Sin embargo, diversos factores como el uso de prendas estilizadas o aquellas manufacturadas al por mayor y de menor precio han hecho que sólo las generaciones adultas sigan portando el pozahuanco.

Así ocurre en Pinotepa de Don Luis, de donde son originarias Maricela y Elvira.

Ellas cuentan que sólo las abuelas o las personas más adultas siguen usando esta prenda; las jóvenes no, porque prefieren usar vestidos, pantalones o faldas y sólo portan el traje típico en ocasiones especiales.

De la tradición al orgullo

Pinotepa de Don Luis es un municipio ubicado al suroeste de Oaxaca, en la región Costa. Es un pueblo que colinda con San Juan Colorado y San Pedro Jicayán. La población es conocida por el pozahuanco que otras mujeres indígenas de la zona adquieren para su uso cotidiano.

Pinotepa Nacional, Santa María Huazolotitlán, San Andrés Huaxpaltepec, San Lorenzo, San Miguel Tetepelcingo, San Juan Colorado, entre otras, son comunidades a donde se ha extendido el uso de la prenda, pero que también han visto disminuido su uso en las nuevas generaciones.

Pese a ello, mujeres como Elvira y Maricela se dicen orgullosas por compartir su vestimenta, ya que no sólo es una forma de vestir, sino que refleja sus tradiciones y cultura.

Desde que tenían 15 años de edad, ambas comenzaron a tejer en el telar de cintura y lo seguirán haciendo hasta que la fuerza se los permita.

Además, porque en su pueblo está la base del urdimbre de la nahua, como refiere Maricela.

En el pozahuanco, las tramas y figuras que las mujeres forman a través del tejido en telar de cintura representan varios aspectos de su cultura e historias de la tradición oral, explican las artesanas. Por ejemplo, que los llamados “ojos” representan al maíz que se siembra en esa zona del estado.

Asimismo, y según otras historias de la tradición oral, significan el llanto derramado por sus antecesores antes de cruzar un río.

En el caso de las franjas y líneas que van del púrpura al lila, se cree que son representaciones del reflejo del arcoíris en el agua y que fueron retomadas por las primeras tejedoras.

Una herencia que buscan transmitir

Como una herencia de su pueblo es como describen Maricela y Elvira al pozahuanco y al tejido en telar de cintura. Ante ello, confían en que la tradición sea aprendida por las jóvenes y niñas, a quienes están dispuestas a capacitar.

Y aunque saben que es una prenda que les toma de 15 días a un mes realizar y que el precio al que se compra es muy bajo, es algo que vale la pena seguir haciendo, porque es parte de la tradición que le dejaron sus abuelas.

El pozahuanco es lo primero que las dos artesanas aprendieron a tejer. Sin embargo, también han hecho otras prendas en las que la iconografía de la prenda y la tradición de su pueblo se siguen plasmando.

Huipiles, faldas, manteles, rebozos y bufandas son algunas de las piezas en las que se observan la flora y fauna de la comunidad, así como las líneas y colores de la nahua.

NÚMEROS

15

días a un mes es el tiempo que se requiere para tejer un pozahuanco o nahua como el que usan las mujeres mixtecas de la Costa Chica de Oaxaca.

3

“tiras” se usan para formar un pozahuanco promedio

1

mil pesos es el precio mínimo de un pozahuanco, aunque con dicha cifra apenas se recupera lo invertido en hilos, mas no el trabajo de las artesanas

10

mil pesos es lo que cuesta un pozahuanco cuyos hilos fueron teñidos con caracol púrpura

Las tramas y figuras que las mujeres forman a través del tejido en telar de cintura representan varios aspectos de su cultura e historias de la tradición oral.

Huipiles, faldas, manteles, rebozos y bufandas son algunas de las piezas en las que se observan la flora y fauna de la comunidad, así como las líneas y colores de la nahua.

NUEVAS CREACIONES

Ante la necesidad de subsistir y de mantener la tradición textil de sus comunidades, artesanas como Elvira y Maricela han desarrollado otras prendas como manteles, caminos de mesa, rebozos, bufandas y blusas en las que plasman la iconografía mixteca y para las cuales usan el hilo natural o el teñido con caracol púrpura.