Sergio Pitol: diez frases para amar más los libros

MILENIO

De lectores diferentes a una forma de hedonismo, esto pensaba el escritor poblano de nacimiento pero veracruzano por decisión sobre los libros.

Ciudad de México

El escritor Sergio Pitol, quien recibió el Premio Cervantes en 2005, murió esta mañana a los 85 años en Xalapa, Veracruz.

Su prosa se caracterizaba por ser fina, y solía experimentar con el lenguaje. A continuación, algunas de las frases del célebre escritor, a quien, en sus últimos años, una enfermedad le afectó la capacidad de hablar con fluidez.

– Un novelista es alguien que oye voces a través de las voces (…) Con ellas va trazando el mapa de su vida. Sabe que cuando ya no pueda hacerlo le llegará la muerte, no la definitiva, sino la muerte en vida, la hibernación, la parálisis, lo que es infinitamente peor.

– Nadie lee de la misma manera. Me abochorna enunciar semejante trivialidad, pero no desisto: la diversa formación cultural, la especialización, las tradiciones, las modas académicas, el temperamento personal, sobre todo, pueden decidir que un libro produzca impresiones distintas en lectores diferentes.

– Estoy convencido de que ni siquiera la inexistencia de lectores podrá desterrar la poesía.

– El libro realiza una multitud de tareas, algunas soberbias, otras deplorables; distribuye conocimientos y miserias, ilumina y engaña, libera y manipula, enaltece y rebaja, crea o cancela opciones de vida. [… ] Quienes odian los libros también odian la vida.

– Uno, me aventuro, es los libros que ha leído, la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores, bastantes fastidios. Uno es una suma mermada por infinitas restas

– Libre del peso de las modas, de las capillas, de cualquier urgencia de información, leer se convertía en un acto de hedonismo.

– Mis relatos son los cuadernos de bitácora de mis mudanzas terrenales, mis mutaciones y asentamientos interiores. (…)

– Escribir ha sido para mí, si se me permite emplear la expresión de Bajtín, dejar un testimonio personal de la mutación constante del mundo.

– De la única influencia de la que uno debe defenderse es la de uno mismo.

– Inspiración, un término despreciado por todos los pedantes del mundo, y también por sus primos, los cursis.

Y un pilón…

– La mente totalitaria no acepta lo diverso, es por esencia monológica, admite sólo una voz, la que emite el amo y servilmente repiten sus vasallos.

mrf