México
A 323 años de su muerte, Sor Juana Inés de la Cruz, una de las figuras más representativas de las letras novohispanas, sigue siendo motivo de inspiración para otorgar reconocimientos sociales y literarios.
Con motivo de este aniversario luctuoso, recordemos brevemente su biografía y demos un vistazo a la importante obra literaria de la Décima Musa.
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana nació en San Miguel Nepantla, Estado de México, el 12 de noviembre de 1651 y pasó sus primeros años de vida en la hacienda de su abuelo; a los tres años aprendió a leer y escribir.
A los ocho años quiso ingresar a la Universidad de México y compuso el prólogo para una festividad; en 1659, su madre la llevó a la capital, donde gracias al sacerdote Martín de Olivas recibió sus primeras lecciones de latín, idioma que llegó a dominar con maestría.
Empeñosa en el estudio y muy obstinada, recurrió al cruel medio de cortarse el cabello hasta no conseguir aprender lo que deseaba; en 1665 ingresó como cortesana de la virreina de la Nueva España, Leonor Carreto, y pronto cobró fama en la corte por su natural belleza y talento.
México
A 323 años de su muerte, Sor Juana Inés de la Cruz, una de las figuras más representativas de las letras novohispanas, sigue siendo motivo de inspiración para otorgar reconocimientos sociales y literarios.
Con motivo de este aniversario luctuoso, recordemos brevemente su biografía y demos un vistazo a la importante obra literaria de la Décima Musa.
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana nació en San Miguel Nepantla, Estado de México, el 12 de noviembre de 1651 y pasó sus primeros años de vida en la hacienda de su abuelo; a los tres años aprendió a leer y escribir.
A los ocho años quiso ingresar a la Universidad de México y compuso el prólogo para una festividad; en 1659, su madre la llevó a la capital, donde gracias al sacerdote Martín de Olivas recibió sus primeras lecciones de latín, idioma que llegó a dominar con maestría.
Empeñosa en el estudio y muy obstinada, recurrió al cruel medio de cortarse el cabello hasta no conseguir aprender lo que deseaba; en 1665 ingresó como cortesana de la virreina de la Nueva España, Leonor Carreto, y pronto cobró fama en la corte por su natural belleza y talento.
Leía mucho y es de suponer que sus autores favoritos fueron los clásicos latinos y españoles como Virgilio, Horacio, Ovidio, Garcilaso de la Vega y Luis de Góngora y Argote.
En la «Carta atenagórica» (1690) criticó un sermón del jesuita Antonio de Vieyra; tiempo después fue acusada de desacato y sentenciada a no publicar más. El 17 de abril de 1695 falleció de una fiebre maligna, contagiada al cuidar a sus hermanas enfermas durante una epidemia que asoló México ese año; sus restos descansan en el antiguo convento de San Jerónimo, donde pasó sus últimos años, como cumplimiento de la voluntad que expresó en su testamento.
Fue una religiosa y escritora novohispana del Siglo de Oro. Por la importancia de su obra, recibió los sobrenombres de El fénix de América, la Décima Musa o la Décima Musa mexicana.
FM