Terra Alta, novela de Javier Cercas, tiene una trama ‘salida de las tripas’

EXCELSIOR

El escritor español Javier Cercas confiesa que se quedó enamorado del joven policía y lector voraz Melchor Marín, el protagonista de ‘Terra Alta’

GUADALAJARA.

El escritor español Javier Cercas (1962) confiesa que se quedó enamorado del joven policía y lector voraz Melchor Marín, el protagonista de “Terra Alta”, su novela más reciente; porque, “con todo su dolor, sus contradicciones, su violencia, su furia, es un tipo limpio de corazón”.

Quien obtuvo con este título el Premio Planeta de Novela 2019 comenta en entrevista, durante su reciente visita a México, que nunca le había pasado esto.

Cuando acabo los libros me propongo olvidarlos para empezar otros, pero con este no hay manera. Me interesa mucho el mundo de Melchor. He descubierto cosas de mí que no sabía que tenía. Hay algo profundamente honesto en él. Tiene coraje”.

Explica que este personaje está superficialmente alejado de él, de su biografía.

Yo no he tenido una infancia y una adolescencia tan difícil como las suyas, no soy policía. Y, sin embargo, sale de mí. A través de él puedo decir cosas que no me atrevo a decir de mí mismo. ¿De dónde sale su furia, su feroz deseo de justicia, hasta su deseo de venganza? De mí. Por eso me quedé con ganas de saber qué le pasa a este hombre en la vida”.

El autor de diez novelas cuenta que con ésta quiso reinventarse.

Necesitaba cambiar. Cuando terminé mi libro anterior, ‘El monarca de las sombras’, sentí que corría el riesgo de repetirme. Ya llevaba, desde ‘Soldados de Salamina’ (2001), explorando la autoficción, la novela sin ficción, las mezclas de géneros; y sentí que podía convertirme en un imitador de mí mismo, que es el destino más triste, la muerte de un escritor. Yo podría seguir engañando a la gente porque domino un oficio, pero no a mí mismo”.

Por esta razón, agrega, apostó por la ficción pura e incluyó algunos cánones del género policial.

Eso me dio una libertad enorme. Mis novelas siempre han tenido un enigma y alguien que quiere solucionarlo, pero aquí sí hay un policía y un crimen. Esto para meter cosas secretas, íntimas, escondidas. Esta novela sale de las tripas, de donde deben salir. Y, a través de la elipsis de la ficción, me atrevo a decir muchas cosas. Como si yo mismo me asustase de lo que he dicho. En la literatura puedes narrar cosas terribles, que en la vida normal no puedes, por eso es útil”, añade.

El también ensayista destaca que “las historias siempre salen de lo más inesperado, de anécdotas, de preguntas que te haces, de cosas que no entiendes. Digamos que las ficciones siempre son un “y si…”, preguntas hipotéticas. Lo que me pregunté en este caso, por una serie de azares, fue ¿qué pasaría si ocurre algo terrible en un lugar donde nunca sucede nada? Y le ocurre a un tipo especial, a un citadino que ni siquiera es capaz de dormir por el silencio del campo, que encuentra ahí una especie de patria, una mujer con una hija”.

Cercas confecciona así su primera obra en primera persona. Un crimen terrible sacude la apacible comarca de la Terra Alta: los propietarios de su mayor empresa, Gráficas Adell, aparecen asesinados tras haber sido sometidos a atroces torturas. Se encarga del caso Melchor Marín.

La novela se convierte en una lúcida reflexión sobre el valor de la ley, la posibilidad de la justicia y la legitimidad de la venganza; pero, sobre todo, en la epopeya de un hombre en busca de su lugar en el mundo”, detalla.

 

AMOR Y ODIO

 

El autor de “Anatomía de un instante” y “El impostor” asegura que “Terra Alta” es una historia de amor total, en la que el odio desempeña un papel fundamental.

Para Melchor, el odio es un sentimiento respetable porque él lo siente. Pero para su mujer es un vaso de veneno que te tomas creyendo que matarás al que odias. El odio hace daño, en primer lugar, al que odia”.

Tras hurgar en sentimientos como el amor, el odio y la venganza, Cercas está convencido de que “los novelistas formulamos preguntas complejas de la manera más compleja posible. Pero tenemos prohibido contestarlas o, al menos, responderlas de una manera clara y nítida. Si puedes hacer eso no escribes una novela, sino un ensayo o un artículo.

Nuestras respuestas siempre son ambiguas, complejas, paradójicas, tornasoladas; en el fondo, la respuesta a la pregunta es la propia búsqueda de una respuesta. Nosotros le complicamos la vida a la gente para intentar demostrar que la realidad es más compleja de lo que parece”, apunta.

Aclara que no se propuso escribir una novela policiaca, sino la mejor novela posible.

Me he interesado en el género desde siempre. No existen géneros mayores o menores, sino formas de ejercerlos. Como había un crimen y un policía tuve que empaparme de procedimientos policiales. La novela no se puede escribir sin conocer bien cómo funciona este tipo de investigación. Fui a ver a los policías, me prepararon una reunión y leyeron el manuscrito. Para mí era fundamental que fuera verosímil”.

El narrador concluye que la literatura es esencial en el libro.

Melchor es un lector ideal porque tiene una relación directa e ingenua con el texto, no está mediado por otras cosas; para él los libros son la vida, se la cambian”.