Zapotecos despiden el año en zona sagrada

especial-f14-1012_Drupal Main Image.var_1451199354Indígenas zapotecos de Juchitán, en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, realizan una marcha de 11 kilómetros para agradecer por la pesca y las cosechas a la Santa Cruz ; en su andar la cargan y la llevan a ‘su casa’, a las orillas del mar

El viento del norte arranca de tajo la tierra salada del piso y la estrella sin permiso en los rostros de Mariano, Francisco y Gregorio, mientras pausadamente caminan junto con 100 personas más por una zona desértica de Juchitán, en el Istmo de Tehuantepec, sur de Oaxaca.

Los ancianos zapotecas recorren desde hace más de medio siglo este camino. Desde que tienen conciencia acompañan y cargan la Cruz de Los Pescadores a su morada, a orillas del mar, la Laguna Superior, la Santa Teresa, de donde se ven los linderos naturales con el reino huave.

Como cada diciembre, los tres amigos cierran el año visitando la zona sagrada conocida como Pasión Guze’benda’ (Pasión de los Pescadores), recorriendo a pie 11 kilómetros desde la ciudad hasta la capilla.

Los mueve la fe, la devoción y de ser hijos de la Séptima Sección, el barrio más bravo y antiguo de Juchitán.

Amigos de toda la vida, estos tres ancianos, campesinos y pescadores, cargan cada año la pesada cruz verde vestida de flores y aromatizada con incienso, no lo hacen por obligación, lo hacen porque es parte de su vida, de su identidad como zapotecas.

La Pasión de la Santa Cruz Guze’benda’ es uno de los siete santuarios religiosos prehispánicos-católicos que poseen los zapotecas de Juchitán y en donde realizan peregrinaciones durante todo el año.

Comienzan con la Pasión Igú, que se localiza a siete kilómetros de Juchitán en el camino que conduce a Álvaro Obregón, agencia municipal, en noviembre.

Luego se celebra la Pasión Gue’la’beñe’ (Laguna del lagarto), le sigue Pasión Guichi Gueeze’ en marzo, luego Pasión Xada, Pasión Labor, Pasión Cruz y Pasión Mano Poderosa; se cierra con Pasión Guze’benda’.

La peregrinación a la Pasión Labor desapareció por la entrada de las empresa eólica Bii Hioxo en 2013, ya que el parque ocupa 2 mil hectáreas de tierras y en el perímetro estaba ubicaba la capilla que fue derrumbada, por lo que ahora sólo se realiza una misa.

“Antes íbamos a más de siete peregrinaciones. Ahora quedan menos. De jóvenes, de niños, todo era distinto. No había cervezas, todos veníamos en carretas y dormíamos en ellas. No existían esos fierros grandes, molinos los llaman. Hoy todo ha cambiado”, comenta el pescador Gregorio Vicente Sánchez, de 70 años, mientras disfruta de una cerveza.

Promesa de corazón. La peregrinación a la Pasión Guze’benda’ partió de la casa de los mayordomos en la Sexta Sección a las 5 de la mañana; tras nueve horas llegó a la capilla de Playa Vicente.

Los mayordomos asumieron la responsabilidad este año ante la promesa dada a la cruz desde hace 17 años, cuando Agustino Sánchez vio que su mujer tenía un parto difícil y peligraba la vida de su primera hija.

Los mayordomos recibieron más de 20 kilos de productos del mar de los pescadores para ofrecer a más de 5 mil peregrinos que visitan la Pasión para pagar una manda o pedirle un favor.

Los visitantes son del Istmo, de los Valles Centrales de Oaxaca, de Chiapas y Veracruz. Los milagros de la Santa Cruz traspasaron fronteras.

Para llegar al santuario de la Santa Cruz Guze’benda’ se toma la carretera que comunica a Juchitán con Unión Hidalgo, a 3 kilómetros en dirección al mar; ahí, en medio de la nada, está la pequeña capilla.

Las peregrinaciones en el Istmo de Tehuantepec reafirman los lazos de solidaridad entre los pueblos, son espacios de encuentros en donde comparten la comida y los rituales.

“En este tipo de espacios todos se vuelven familia. Aquí, ante la Pasión, nadie está por encima de nadie, todos somos iguales, parientes, familia.

“Se visita a la Santa Cruz por devoción y por promesa. Ver y participar en estas procesiones erizan la piel”, comentó la poeta Natalia Toledo, que participó en la ceremonia.

La Santa Cruz estará un año en el domicilio de los mayordomos, aunque, por el momento, permanecerá dos días en su casa para ser venerada por zapotecas y visitantes.

En el apartado del libro La religión de los binnigula’sa’, de Víctor de la Cruz y Marcus Winter, Santuarios y peregrinaciones de los binnizá, se especifica que espacios sagrados son “aquellos donde se realiza el encuentro del ser humano con los dioses, o donde lo sagrado se manifiesta a los hombres”, es decir, no son resultado de la elección humana.

De la Cruz, investigador de la cultura zapoteca, dice que “un lugar sagrado es un espacio natural o arquitectónico, donde los indígenas establecen comunicación con las deidades y los antepasados, con la finalidad de obtener un beneficio material y o espiritual”.