Sexto título de la Carrera Panamericana para Ricardo Cordero

“Fue una competición reñida, salimos adelante de los problemas mecánicos que tuvimos estos dos últimos días, pero estoy muy contento con mi panamericana número seis” dijo el piloto

EL HERALDO DE MÉXICO

Ricardo Cordero, después de siete días de competición, se alzó como el gran campeón de la Carrera Panamericana 2024, con una ventaja de 24 segundos, logrando su sexto título en esta icónica competencia que desafía los límites del automovilismo.

La victoria, que afianzó en la última etapa de competencia, El Ocote, en Aguascalientes, fue el inicio de una fiesta para él y su navegante Marco Antonio Hernández.

“Fue una competición reñida, salimos adelante de los problemas mecánicos que tuvimos estos dos últimos días, pero estoy muy contento con mi panamericana número seis” dijo el piloto con sonrisa.

Pero el camino para el auto apodado “Malditillo” no fue del todo sencillo, Hilaire Damiron, defensora del título hasta hoy, demostró que venía por el trofeo, y en los últimos dos días de carrera, se pusieron con un mejor marcador, pero no fue suficiente para superar a la dupla mexicana, ahora campeona.

Ricardo Cordero, el héroe de la jornada

Cordero demostró su maestría al volante
Créditos: Edgar Morales

Desde el inicio de la competencia, Cordero demostró su maestría al volante. Con una combinación de velocidad y estrategia, navegó a través de más de 3,350 kilómetros, enfrentando cada curva y cada adversidad con determinación.

La emoción se desbordó cuando cruzó la línea de meta, levantando los brazos al cielo en señal de triunfo. La gente estalló en aplausos, un mar de banderas y humo rojo se veía en una postal magnífica para los ganadores.

Cordero, con una sonrisa que reflejaba años de sacrificio y dedicación, se convirtió en el héroe de la jornada, rodeado de aficionados que lo abrazaban y aclamaban.

Una muestra de camaradería en la Carrera Panamericana

A su lado, su compañero Marco Hernández celebraba su séptimo título. La complicidad entre ambos era evidente; juntos habían enfrentado los desafíos que la carrera presenta, uniendo sus esfuerzos en una sinfonía de estrategia y habilidad.

Su abrazo en la meta fue un símbolo de camaradería, un recordatorio de que la Panamericana no es sólo una prueba de velocidad, sino también de amistad y trabajo en equipo.