Fulguran antiguos lujos de nácar

EXCELSIOR

Se trata de prendas nacaradas, usadas de forma ritual, en la época de Moctezuma I y de Axayácatl, entre 1440 y 1481

CIUDAD DE MÉXICO.

El Museo del Templo Mayor exhibirá, por primera vez, las prendas que los habitantes de Tenochtitlan utilizaron para vestir a los dioses, conocidas como epnepaniuhqui, como parte de la exposición Lujos de nácar. Prendas enconchadas en Tenochtitlan” elaboradas y utilizadas durante el reinado de Moctezuma I y Axayácatl, entre 1440 y 1481.

Dichas piezas pertenecen a la etapa constructiva IV del Templo Mayor y son consideradas únicas en su tipo, porque no se han vuelto a encontrar vestigios similares durante las más recientes excavaciones de este espacio prehispánico, reveló a Excélsior Adrián Velázquez, curador de la muestra que se exhibirá del 14 de junio al 29 de septiembre.

Según las fuentes históricas, como los informes de fray Bernardino de Sahagún, “se sabe que estas prendas eran usadas por niños que más tarde eran sacrificados en honor a Tláloc, durante la fiesta de Atlcahualo. Eran llamados epcoatl (niños serpiente de nácar), quienes al parecer eran sacrificados en el remolino de Pantitlán”, aseveró el estudioso.

Lo que sí sabemos es que no eran prendas que usara cualquier persona, aunque existe el registro de fuentes históricas que mencionan su nombre, pero no se sabía realmente cómo eran las prendas, hasta hoy que Lourdes Gallardo desarrolló la investigación, lo cual nos arrojó que este tipo de elementos fueron muy relevantes en ese momento de la historia”.

Se exhibirán los cuatro lienzos de algodón con cientos de fragmentos de concha nacarada que fueron descubiertos en el Templo Mayor, así como una quinta pieza que proviene de otro lugar: una aldea preclásica, ubicada en Zacatenco, al norte de la Cuenca de México (cerca del Metro Indios Verdes), elaborada entre el año 200 y 400 a.C., que registra características similares a las de Templo Mayor, con lo cual se ha planteado un valioso antecedente sobre la elaboración de estas prendas en la Cuenca.

El origen de esta exposición, detalló Velázquez, viene de la larga investigación sobre los objetos de concha que se han descubierto en las ofrendas del Templo Mayor, las cuales se han hecho extensivas a otros sitios.

En este caso es una derivación hacia la conservación arqueológica en una exposición curada también por Lourdes Gallardo, quien es conservadora del Museo del Templo Mayor, con la cual nos muestra el valor simbólico de estas prendas para vestir a los dioses”, apuntó.

En dicha investigación, dijo, se concluyó que este tipo de vestimenta se denomina epnepaniuhqui, en náhuatl, que de manera libre se podría traducir como ‘conjuntos articulados de concha nacarada’ que es una característica que tienen todos, cuyo material proviene del Océano Pacífico, aunado a que estas piezas están asociadas a Tláloc (agua y lluvia).

 

Atuendos funerarios. Se sabe que estas prendas eran usadas por niños que más tarde eran sacrificados en honor a Tláloc. Fotos: Cortesía INAH

 

JOYAS CON HISTORIA

El investigador destacó el valor del insumo, “ya que se trata de materiales foráneos, para los cuales se necesitaba traer también el algodón de regiones como Guerrero y de la Huasteca. “Aunado a esto, es importante señalar que llevaba muchísimo tiempo desgastar, cortar y perforar las piezas, para luego coserlas a los lienzos y así formar algún diseño. Entonces, el valor de las piezas era muy grande”, comentó.

¿Qué tipo de formas se le daban a la concha?, se le preguntó. “Desde formas circulares y rectangulares, hasta algunos casos con formas de animales lacustres como ranas, ajolotes y serpientes de cascabel”.

¿En qué otros lugares de Mesoamérica se hacía este tipo de trabajos? “La concha se usó mucho por todas las culturas mesoamericanas y hay otros ejemplos de prendas enconchadas que no son exactamente iguales, pero guardan un parecido, como la coraza de Tula o los individuos enterrados en el templo de Quetzalcóatl, que portaban pectorales hechos de concha; y en la zona maya también hay buenos ejemplos, en Calakmul.

Digamos que hay una tradición mesoamericana de prendas enconchadas, desde el periodo formativo hasta la conquista española, pero ahora nos concentramos en estas del Templo Mayor y en la prenda de Zacatenco”.

Por su parte, Salvador Pulido, director de Salvamento Arqueológico del INAH, destacó que la importancia de estos objetos no es sólo por su valor estético, sino histórico y social: se trata de productos que pudieron lograrse a partir de una organización social definida.

Y destacó el trabajo de la prenda hallada recientemente en Zacatenco, debido a su uso en un contexto funerario dentro de la Cuenca de México, con una antigüedad de entre 800 o 400 años a.C. “Lo cual nos habla de los sistemas de intercambio, de transporte de ciertos productos y, desde luego, de la destreza de los trabajos sobre este tipo de material.

Y de ahí saltemos imaginariamente a ver la sociedad haciendo cada paso para darle origen a este objeto y, luego, usarlo como el ajuar de un infante dentro de un contexto funerario. Esto implica una organización social bien desarrollada”, destacó.