Jesús Corona siempre en guardia

CIUDAD DE MÉXICO.

La imagen de ese cabezazo se quedó en la memoria. El golpe dañó más al agresor que a la víctima.

El temperamento es virtud y defecto en José de Jesús Corona (Guadalajara, Jalisco, 1981), características que lo llevaron a marcar la historia con la selección olímpica en Londres 2012 y a ser tildado como un jugador ‘calentón’, que reclama y actúa obedeciendo a las vísceras. Su calidad y profesionalismo lo ayudaron a sobreponerse.

El ‘topetazo’ que le propinó en 2011 a Sergio Martín, entonces preparador físico del Morelia, lo hicieron merecedor a una suspensión de seis partidos de Liga. En Selección Mexicana tomaron cartas en el asunto y fue borrado de Copa Oro y Copa América en ese verano. Un año antes, lo bajaron del Mundial de Sudáfrica por pelear en un bar.

En este caso actué mal. De esto saqué provecho, asumí las consecuencias”, dijo el arquero a este medio ese año tras lo ocurrido en el Estadio Morelos. “Es un trago amargo, y más cuando me dan la noticia de que no voy a ir a Copa Oro, pero la vida sigue (…). A eso ya le di vuelta a la página. Vienen nuevos objetivos por los que quiero seguir luchando. Soy un arquero que siempre ha demostrado buena capacidad y que ahora la única manera para regresar a ese buen nivel es el trabajo”.

El Tricolor es un lugar habitual para el portero surgido de los Rojinegros del Atlas. A los 22 años tuvo la oportunidad de mostrar en Primera División sus facultades y fisonomía que años antes despreciaron en Chivas, equipo al que volvería para sacarse la espina al jugar una Copa Libertadores en 2005 como refuerzo. Ahí se catapultó para recibir su primer llamado mundialista, en Alemania 2006.

Ricardo LaVolpe lo llevó como segundo portero y a nada estuvo de debutar con México en una Copa del Mundo. Ante la muerte del padre de Oswaldo Sánchez y el viaje que hizo el portero titular para los funerales en Guadalajara, Corona se perfiló para atajar ante Irán en el arranque de la participación azteca. El ahínco y carácter de Sánchez para volver y jugar pese a su pérdida le devolvieron su sitio en la banca.

En este caso actué mal. De esto saqué provecho, asumí las consecuencias”, dijo el arquero a este medio ese año tras lo ocurrido en el Estadio Morelos. “Es un trago amargo, y más cuando me dan la noticia de que no voy a ir a Copa Oro, pero la vida sigue (…). A eso ya le di vuelta a la página. Vienen nuevos objetivos por los que quiero seguir luchando. Soy un arquero que siempre ha demostrado buena capacidad y que ahora la única manera para regresar a ese buen nivel es el trabajo”.

El Tricolor es un lugar habitual para el portero surgido de los Rojinegros del Atlas. A los 22 años tuvo la oportunidad de mostrar en Primera División sus facultades y fisonomía que años antes despreciaron en Chivas, equipo al que volvería para sacarse la espina al jugar una Copa Libertadores en 2005 como refuerzo. Ahí se catapultó para recibir su primer llamado mundialista, en Alemania 2006.

Ricardo LaVolpe lo llevó como segundo portero y a nada estuvo de debutar con México en una Copa del Mundo. Ante la muerte del padre de Oswaldo Sánchez y el viaje que hizo el portero titular para los funerales en Guadalajara, Corona se perfiló para atajar ante Irán en el arranque de la participación azteca. El ahínco y carácter de Sánchez para volver y jugar pese a su pérdida le devolvieron su sitio en la banca.

El arquero tapatío habla calmado, de frente y con sobriedad. En la cancha, cuando se dedica a jugar, lo hace de la misma manera. Eso lo llevó a renovar contrato hasta 2020 con Cruz Azul, club hambriento de héroes en el que también ha sido un villano de sangre caliente.

En 2012, Corona cobró varias revanchas al ser llamado como refuerzo para cubrir la puerta tricolor en los Juegos Olímpicos de Londres, ocho años después de su experiencia natural en esta competencia, en Atenas, donde el combinado nacional de ese entonces no pasó de primera ronda. En Wembley fue vital. Sus atajadas y liderazgo ayudaron a obtener la medalla de oro, en un capítulo que se escribió de ese mismo color en la historia del futbol nacional.

El arquero tapatío habla calmado, de frente y con sobriedad. En la cancha, cuando se dedica a jugar, lo hace de la misma manera. Eso lo llevó a renovar contrato hasta 2020 con Cruz Azul, club hambriento de héroes en el que también ha sido un villano de sangre caliente.

En 2012, Corona cobró varias revanchas al ser llamado como refuerzo para cubrir la puerta tricolor en los Juegos Olímpicos de Londres, ocho años después de su experiencia natural en esta competencia, en Atenas, donde el combinado nacional de ese entonces no pasó de primera ronda. En Wembley fue vital. Sus atajadas y liderazgo ayudaron a obtener la medalla de oro, en un capítulo que se escribió de ese mismo color en la historia del futbol nacional.

El arquero tapatío habla calmado, de frente y con sobriedad. En la cancha, cuando se dedica a jugar, lo hace de la misma manera. Eso lo llevó a renovar contrato hasta 2020 con Cruz Azul, club hambriento de héroes en el que también ha sido un villano de sangre caliente.

En 2012, Corona cobró varias revanchas al ser llamado como refuerzo para cubrir la puerta tricolor en los Juegos Olímpicos de Londres, ocho años después de su experiencia natural en esta competencia, en Atenas, donde el combinado nacional de ese entonces no pasó de primera ronda. En Wembley fue vital. Sus atajadas y liderazgo ayudaron a obtener la medalla de oro, en un capítulo que se escribió de ese mismo color en la historia del futbol nacional.