La eyaculación es uno de los mitos más frecuentes en la sexualidad de las mujeres.

Kien y Ke

En el sexo las mujeres tienen algunos puntos a favor más que los hombres como la opción de tener varios orgasmos consecutivos en una sola sesión y ser penetrada por vía vaginal o anal. Pero se le ha excluido de un beneficio que se cree único del hombre: la eyaculación. Uno de los principales mitos de la sexualidad femenina.

Carlos Pol Bravo, médico psiquiatra y máster en sexología, explica que no es necesario llegar al orgasmo para que una mujer tenga una eyaculación. Puede suceder en un estado especial de excitación. Sin embargo, el 40 por ciento de las mujeres eyaculan en el momento de máximo placer. Para el especialista este porcentaje sería más alto si existiera más confianza y complicidad entre la pareja.

“Tampoco hay que creer que si la mujer no eyacula no disfruta. El que haya o no eyaculación no afecta la intensidad del orgasmo. Es algo adicional”, precisa.

Las glándulas vaginales de skene son las responsables de la eyección. Además, como las glándulas de Bartolino, tienen la función de lubricar la vagina. Aquel líquido que se eyacula no huele a nada, es incoloro e insípido. Está compuesto por glucosa, fructosa y fosfatasa ácida prostática. Pero no tiene los mismos beneficios que se le han atribuido al semen.

A la respuesta sobre ¿qué pasa con quienes no expulsan nada?, el sexólogo Francisco Cabello Santamaría, quien se ha dedicado a investigar el tema, identificó que la eyaculación femenina tiene dos posibilidades. La primera es arrojar el líquido a través de la abertura uretral, es decir, cuando la eyaculación es notoria. El caso opuesto es una eyaculación retrógrada porque el líquido se deposita en la vejiga y es expulsado en la orina. Así lo pudo establecer Cabello luego de hacer un estudio con más 24 mujeres antes y después de un orgasmo.

Según comenta Pol Bravo, alrededor de la eyaculación femenina hay temores. Muchas mujeres suelen confundir el episodio con orina o tienen “miedo a mojar las sábanas”. Esto puede generar diagnósticos médico equivocados como incontinencia urinaria y además las mujeres pueden sentirse impedidas sexualmente.