Palabras con madre: ¿por qué en México las usamos tanto?

 

MILENIO

Los mexicanos tenemos la virtud de encontrarle múltiples significados a las palabras, porque las usamos de manera muy libre, cuenta el autor de ‘El Madrenario’.

Ciudad de México

Es irreprochable que la madre ocupa un lugar privilegiado en el imaginario mexicano. No en vano Monsiváis transfiguró ese emblema de la poesía popular —El brindis del bohemio— en su estandarte para documentar en Por mi Madre, Bohemios la intolerancia del régimen priista de los 60 y los disparates que rigieron la vida nacional en los años venideros.

Recurrimos a ella en las situaciones más dispares: para expresar molestia o hartazgo (¡mmmta madre!), para decir que algo tiene una calidad inigualable (pocamadre), para referir que hemos descompuesto algo (desmadrar), para que los aficionados al Cruz Azul mostremos nuestra desilusión (¡otra vez chingó a su madre!) y una lista que se prolonga de a madres.

 «Donde está la palabra madre, se acabó la discusión»

¿Cuál es el origen de esta diseminación materna en nuestro lenguaje? Alberto Peralta, investigador de la Universidad Anáhuac México y autor de El Madrenario, reconoce que es difícil saberlo con claridad, pero que «es muy probable que haya sido una cuestión más cercana a nosotros, en el siglo XX. La literatura del XIX no se asoma tanto a esto».

En sus libros, autores como Octavio PazJuan Rulfo o Jorge Ibargüengoitia «usan libremente la palabra madrazo o la expresión te madrearon«, cuenta Peralta. «El siglo XX es prolífico en el número de usos que se le da a la palabra».

Varios de esos escritores que experimentaron con las posibilidades de la palabra también intentaron descifrar el germen que propició todo.

«A nivel simbólico, Ocatvio Paz consideró que nuestra nación —madre— fue violentada y de esa violencia quedamos huérfanos», explica Alberto.

Pero la discusión se remonta a la época anterior a la Conquista: «tiene mucho peso que nuestros ancestros hayan honrado tanto a las figuras femeninas relacionadas con la fertilidad», agrega el autor de El Madrenario (Editorial Otras Inquisiciones, 2018).

Además de tener unas ocho definiciones que aluden a la patria, al origen, a las monjas o a la progenitora, el Diccionario del Español de México (DEM) consigna 22 usos coloquiales de madre, un fenómeno que —opina Peralta— es endémico de este país.

«En México utilizamos palabras que verbalizamos o convertimos en adverbios, las usamos de una manera muy libre. Tenemos la virtud de convertir las palabras en algo polisémico (con múltiples significados)».

Se trata de una capacidad «muy mexicana, que tiene que ver con nuestro intenso mestizaje».

Aunque el origen de los numerosos usos de madre se mantenga en la opacidad lingüística, la palabra seguirá siendo parte de nuestra identidad. «Donde está la palabra madre, se acabó la discusión —concluye—, la figura es poderosa y por eso la palabra adquiere tanto significado».

Deficiniciones a toda madre

Madracito: Madrazo en diminutivo. Es decir, trancacito o golpecito.

Mamirriqui: Expresión que resulta de la unión de las palabras mami y rica, en referencia a la sensuaalidad o buenez corporal de una mujer. Generalmente se utiliza como piropo.

Desmadre: Término de uso generalizado que significa desorden, relajo, desparpajo, alegría, bullicio, plática, fiesta, escándalo, barahúnda.

Putamadral: Adverbio de cantidad que enfatiza la existencia de un gran número de ideas, objetos o personas.

Rajamadres: Es un objeto chingón, bello, espectacular, entretenido, útil o grandioso.

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