Aprender a vivir justo cuando raya la muerte

muerteMorir es apenas una respiración y un día la muerte será vencida. Así de extraordinario es el mensaje de Wit.

¿Cómo algo tan doloroso puede ser tan cálido y causar tantas risas?

Wit, la nueva obra del Teatro Milán (tal parece que todos los caminos llevan al Milán), es eso, un dolor, sí, pero también una sesión de comedia muy divertida porque apunta a la verdad.

Durante las casi dos horas de obra cuelga de nuestras manos la vida de Vivian Bearing, una erudita de la poesía inglesa del siglo XVII, una mujer sola, rasposa, sardónica. Fuerte pero, como todos ante la muerte, muy frágil en realidad.

El texto es una maravilla. En 1999 se llevó el Pulitzer de teatro para su autora, Margaret Edson. Muy poco tiempo después, un año o algo así, llegó a México en un montaje bajo el título de Punto y coma, protagonizado por Susana Alexander.

Ésa fue la primera vez que esta reseñista la vio. Poco después se hizo la adaptación fílmica con Emma Thompson; como la versión con Alexander, un prodigio.

Con esos dos antecedentes insuperables me senté a ver esta nueva versión de Wit, dirigida por Diego del Río, un director joven, y en el papel de Vivian a Paloma Woolrich, un actriz experimentada, pero ¿estaría a la altura del reto?

Como un jamón

“Muerte, no seas soberbia…”. Así inicia el soneto de John Donne que acentúa la obra. Vivian Bearing ha dedicado su vida a diseccionar la obra de Donne. Encerrada entre libros y ensayos, Vivian está sola.

Un día, de joven, su más querida maestra (interpretada por Concepción Márquez) le dio un consejo: tener amigos, viajar, salirse de la biblioteca un rato. Vivian tomó su ensayo, salió a los jardines de la universidad, el sol estaba radiante, vivo, y se metió a la biblioteca. De ese modo la doctora Bearing selló su destino.

Regresemos al presente. Vivian, en bata y calva, yace en su cama de hospital. Cada cierto tiempo vienen médicos a examinarla. Le dan vueltas, le hacen pruebas, miden sus evacuaciones, la observan con profunda atención clínica. La tratan como si fuera un jamón. Dice Vivian: me tratan como yo trataba a los poemas. Justicia poética.

Lo que sí disfruta Vivian son las rondas de los residentes. El ego, las rivalidades soterradas, la precisión de las observaciones, todo le recuerda los seminarios doctorales de literatura. Uno de los médicos jóvenes fue alumno de Vivian; siente algo así como orgullo cuando lo ve ser el más brillante entre todos los residentes.

Donde acaba la muerte
 y empieza el ingenio

Muerte, no seas soberbia, aunque algunos te han llamado así… Lo que se trata es de vencer a la muerte. El wit, es decir el ingenio, los juegos de palabras, de John Donne, son lo único que le queda a Vivian. En el poema de Donne, vida y muerte están separadas apenas por una coma. Morir es una respiración.

Pero Vivian no se irá sin pelear. Paloma Woolrich le dio su giro propio a Vivian: es una mujer hiperácida, casi inexpresiva, que no quiere morir pero tampoco anda haciendo dramas. Es un placer la actuación de Woolrich, capaz de decir los mejores chistes sin mover un solo músculo facial.

Su maestra le había dicho a Vivian que la muerte no requiere de signos de exclamación. “Muerte, tú habrás muerto”, termina el soneto de Donne. Morir, vivir son intercambiables. Un día la muerte será vencida y por eso, muerte, no habrás de ser presumida.

Wit: despertar a la vida es la conmovedora historia de alguien que aprende a vivir justo cuando raya la muerte. Pero no espere el espectáculo esperanzador a los que Hollywood y Broadway son adictos. Esto es algo más, una cosa más callada y más cierta.

Teatro Milán
Milán y Lucerna, Juárez
Viernes 9 pm, sábado 8 pm y domingo 6:30 pm
Boletos: $150 (dos horas antes de la función) $580