Oaxaca: qué fácil sólo culpar a la CNTE

55af2c2030940La Feria
SALVADOR CAMARENA
@salcamarena

Algo muy raro está pasando con el tema de Oaxaca. Ahora sucede que toda la culpa, todita, del déficit educativo en esa entidad corresponde a la Sección 22, perteneciente como se sabe a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la CNTE.

Imposible defender a una dirigencia como la de la 22, abusiva, chantajista y que hace mucho dejó de representar una disidencia al charrismo de los líderes del SNTE, para constituirse, ironías de la vida, en un monstruo de apetito insaciable por el dinero, incapaz de comprometerse con la educación de los niños oaxaqueños.

Lo anterior no obsta para aceptar como buenas algunas de las versiones que se han venido dando por parte de la administración Peña Nieto luego de que el martes de hace dos semanas el gobierno federal anunciara su divorcio de la 22; sí, divorcio, porque antes y durante dos años y medio esas dos instancias sostuvieron lo más parecido a un amasiato, casi un matrimonio, donde la Segob daba a la cúpula de la Coordinadora cuanto ésta le pedía, y ésta medio le cumplía al gobierno para luego exigir más.

Porque en su actual intento por despojar a la 22 de cualquier fuerza, ahora el gobierno federal ha dicho que, por ejemplo, esa sección condicionaba a las familias los apoyos de la Secretaría de Desarrollo Social. Totalmente creíble que la borrachera de poder de los líderes de la 22 haya llegado a esos niveles, pero la pregunta es: ¿y qué hacían los gobiernos, el federal y el local, mientras eso sucedía?

Es necesario un deslinde de responsabilidades en el caso oaxaqueño. Que nadie vaya a pensar que los abusos de la dirigencia de la 22 estaban amparados en el malhadado acuerdo que en 1992 un gobierno estatal priista, con acuerdo de la Federación (priista), firmó con esos líderes.

Ese convenio (se puede consultar aquí: http://bit.ly/1IqBZVA) decía cosas aberrantes. Daba derecho, por ejemplo, a que la 22 tuviera un trato privilegiado por parte del ministerio público cuando alguno de sus miembros se viera envuelto en una acusación legal. Establecía, claro está, fondos para prebendas, capacitación, plazas y, por supuesto, otorgaba influencia al sindicato en la toma de decisiones de nombramientos y medidas en el IEEPO. Todo eso establecía, pero nunca dice que el Estado renunciaba a sus obligaciones, entre ellas la de conducir la marcha misma del extinto IEEPO.

Un acuerdo aberrante se volvió en inmanejable no por azar. En los 23 años que duró la vigencia de ese disfuncional esquema diferentes administraciones no sólo mantuvieron los términos del mismo, sino que, mucho peor, a la hora de ceder fueron más allá de lo que puntualmente establecía el texto.

Está muy bien que hoy el gobierno federal anuncie sino un plan Marshall para Oaxaca sí algunas piñatas y colaciones, perdón, programas sociales para paliar algunos aspectos del atraso de esa entidad. Pero al leer las cosa que se están ofreciendo en estos días en que la secretaria Rosario Robles ha sido comisionada como bombero al rescate de esa entidad, queda claro que el atraso no se debe sólo, ni fundamentalmente, a la CNTE.

Durante 23 años, los gobernadores Heladio Ramírez, Diódoro Carrasco, José Murat, Ulises Ruiz y, por supuesto, Gabino Cué, le dieron a la CNTE más de lo que establecía el infame acuerdo. De eso, y de cómo toleraron/alentaron varios gobiernos federales eso, también se tiene que hablar, para deslindar cuotas de cada uno de los responsables del atraso oaxaqueño.

Qué fácil sólo culpar a la CNTE.