Estudios revelan traslado de la fachada de la antigua Catedral de México

Un estudio del fallecido Guillermo Tovar de Teresa, publicado en el libro La Catedral de México, corrobora que la portada de la antigua Catedral de México fue trasladada a su actual ubicación en 1691, tras permanecer 66 años en el actual Museo ExTeresa

CIUDAD DE MÉXICO, 7 de septiembre.- Un testigo mudo del pasado colonial mexicano permanece intacto en el Centro Histórico. La portada que tuvo la primitiva Catedral de México en el siglo XVI se conserva inalterable como acceso al Templo de la Purísima Concepción y de Jesús Nazareno del antiguo Hospital de Jesús, sobre la actual avenida de República de El Salvador, en el mismo lugar donde reposan los restos del conquistador Hernán Cortés.

La versión, antes sólo mencionada como rumor, ha sido confirmada por una investigación del recientemente fallecido cronista, Guillermo Tovar de Teresa, dada a conocer en el libro La Catedral de México, editado por BBVA Bancomer y presentado en mayo pasado. El estudio corrobora que la portada de la antigua Catedral de México fue trasladada piedra por piedra a su actual ubicación en 1691, tras permanecer 66 años en el templo de Santa Teresa de Nuestra Señora de la Antigua, hoy el Museo ExTeresa Arte Actual.

Ya se rumoraba que así era, pero nunca se había confirmado”, dice el doctor Julián Gascón Mercado, patrono del Hospital de Jesús, a donde llegó por primera vez en 1962. “Es probable que los rumores surgieran de personas tan cultas como Lucas Alamán, que conocía el archivo del hospital y escribió sobre él, quizás el rumor fuera transmitido a los patronos por años”, agrega.

La investigación de Tovar de Teresa se fundamenta en un protocolo de Agustín de Mora del 14 de julio de 1691, encontrado en el Archivo General de Notarias. El documento da cuenta del contrato que celebraron el bachiller Joseph Lombeyda con el maestro de arquitectura Juan Durán, para llevar a cabo los trabajos del traslado de la portada de cantera que fue construida en 1585 y que dejó de ser parte de la Catedral en 1625, cuando concluyeron los trabajos de demolición de la primigenia construcción.

El contrato establece: “…quitar el dicho maestro Durán la portada de piedra de chiluca que está en la Iglesia vieja del convento de Santa Teresa todo según y como está y quitada llevarla a su costa y asentarla en la Puerta principal de la iglesia y del hospital de la Limpia Concepción en esta dicha ciudad añadiendo a dicha portada dos escudos de las armas de el señor Marqués del Valle, todo de labranza a su costa una imagen de Jesús Nazareno para el nicho de dicha portada…”.

El documento revela el pago y el cuidado que se tuvo a la hora de realizar la empresa: “…poner todas las piedras quebraren o faltaren y si sobrare alguna de las que tiene dicha portada a de quedar por suya y a de poner todo el material, oficiales y peones que han de ser necesarios para quitar, llevar y asentar dicha portada, por cuyo trabajo, materiales y oficiales y peones se han de dar trescientos cincuenta pesos de oro que se le han de pagar…”.

Según el cronista, fallecido en noviembre de 2013, los “documentos citados y transcritos nos permiten afirmar que la portada de la primitiva Catedral de México se conserva en los pies de la iglesia de la Purísima Concepción del Hospital de Jesús. Podemos inferir que es aquella diseñada por Claudio de Arciniega y realizada por Martín Casillas, Hernán García de Villaverde, Alonso Pablo y Juan de Arteaga, en calidad de canteros, entre enero de 1585 y abril del año siguiente”.

Largo trayecto

En la portada que se conserva en la iglesia de Jesús Nazareno aún puede verse el Cristo esculpido para su nicho; de los escudos de armas no hay evidencia. Tovar afirma que la demolición de la antigua Catedral comenzó en 1567. Su construcción había comenzado inmediatamente después de consumada la conquista de la antigua Tenochtitlán, en 1521. La portada de la primera Catedral permite imaginar cómo fue ese añejo edificio.

Dice el cronista que “fue una construcción más bien pequeña” que estuvo orientada de oriente a poniente (distinta de la nueva Catedral que está orientada de sur a norte) y que su portada principal miraba en dirección de las Casas del Estado y de la del Marquesado del Valle de Oaxaca (título nobiliario concedido a Hernán Cortés) —construidas en lo que fueron las Casa de Axayácatl y Moctezuma— que se conocen desde el siglo XVIII como la Casa del Monte de Piedad.

La antigua Catedral era un edificio modesto, cubierto por una techumbre de madera “de las de par y nudillo, tal como se hallaban dispuestas en la mayoría de los templos de esa época”. A su portada principal se le llamó Del Perdón, pues daba acceso directo al retablo de la misma advocación. La primera narración del traslado de la portada, menciona Tovar de Teresa, lo hizo la historiadora María Concepción Amerlinck en 1985, cuando señala que fue trasladada al templo de las monjas carmelitas.

Conocida como “portada de piedra de la puerta de piedra del Perdón”, para 1625 aún conservaba “vigencia plena en sus formas y en su espíritu, destruirla hubiera significado un atentado y por ello el arzobispo Juan Pérez de la Serna, el protector de las monjas carmelitas recientemente establecidas en la Ciudad de México, decidiría que fueran ellas las almas que recibieran el beneficio de ese símbolo exterior para su templo”, señala el cronista. Fue así que llegó al actual ExTeresa.

Tovar no especifica por qué se habría realizado un segundo traslado, pero manifiesta sorpresa de que un elemento tan significativo del pasado colonial haya resistido, a pesar del “afán de renovación urbana que hoy se antoja ridículo”, emprendido a finales de los 50 del siglo XX por el jefe del Departamento del DF, Ernesto P. Uruchurtu, quien arrasó una parte de las fachadas del hospital para ampliar la avenida Pino Suárez.

MANZANA PRIMORDIAL

El área donde se conserva la primitiva portada de la Catedral de México es un lugar primordial en la fundación de la historia del país, dice el doctor Julián Gascón Mercado. La manzana que comprende las calles de El Salvador, 20 de Noviembre, Pino Suárez y Mesones fue también el sitio donde se dio el primer encuentro entre Moctezuma y Hernán Cortés y donde se conserva uno de los tres hospitales más antiguos de América.

Cuando Cortés estaba con diez mil tlaxcaltecas y menos de mil españoles pide una entrevista con Moctezuma, lo reciben en esta parte estratégica del imperio azteca que se llamaba Huitzilan, donde se creía que vivía el dios de la guerra Huitzilopochtli; abundaban las flores silvestres que eran el elemento de los chuparrosas; los aztecas creían que Huitzilopochtli se transformaba en colibrí para dirigir el ejército; por eso Moctezuma le dio la entrevista a Cortés en este lugar, a donde llegó con Pedro de Alvarado y la Malinche, así como los principales capitanes”, explica.

Una vez consumada la Conquista, en ese lugar Cortés ordena la creación del Hospital de Jesús, que durante siglos siguió siendo dirigido por los descendientes del Marquesado de Oaxaca, título que le fue concedido al conquistador en 1529. Por eso ahí, al pie de las escaleras del hospital, se conserva el único monumento público a Cortés, una copia del busto original elaborada por Manuel Tolsá y que, según Gascón, está en Italia, en propiedad de los príncipes de Pignatelli, descendientes del conquistador. Lucas Alamán lo habría enviado a Italia cuando protegió también los restos de Cortés del ímpetu nacionalista que quería destruirlos en 1824.