“O como o compro una nueva televisión”

n-c3-0010212_Drupal Main Image.var_1450418991Habitantes de Milpa Alta lamentan no tener recursos para comprar una TV nueva; su sueldo de obrero a Juan no le permite comprar un aparato digital

En Milpa Alta las televisiones permanecen apagadas; al ser de señal análoga no sintonizan ningún canal. Muchos habitantes viven en pobreza extrema, como la señora Ángeles, quien prefiere comer que pagar para ver la televisión. Todos prefieren destinar los pocos recursos que tienen para satisfacer, medianamente, sus necesidades y dejaron al último su entretenimiento.

En una casa muy precaria, situada en la calle Michoacán vive la señora Ángeles, oriunda de Veracruz. Tras mudarse de una colonia a otra, la mujer de 60 años de edad llegó al número 10 de la calle Michoacán, allí vive desde hace 24 años.

Su casa está conformada por dos cuartos pequeños y una cocina, la mayoría de las paredes son de madera y cartón y sus techos de lámina.

Hace 21 años compraron una televisión de 32 pulgadas, en aquel tiempo pagaron como 2 mil pesos. “Era difícil poder juntar ese dinero, en ese tiempo era como ahora comprar una pantalla que cuesta 20 mil pesos, hicimos muchos sacrificios para pagar los abonos”, comenta Cristina, hija de Ángeles.

La tele está en buen estado, “yo sé cuidar mis cosas”, asegura Ángeles y agrega que siempre ha sido cuidadosa con sus pertenencias porque le cuesta trabajo conseguirlas.

Es asmática, diabética e hipertensa y por su edad ya no puede trabajar. Pagan mil pesos de renta, el resto de sus recursos los usan para alimento.

Cristina, quien es madre soltera, menciona que hace dos semanas se enteró por la televisión que las teles antiguas dejarían de funcionar, “así nos enteramos que iba a ser el apagón”.

Los promotores que las visitaron les informaron que todos los beneficiarios del programa Prospera y Liconsa recibirían una pantalla, pero los favorecidos fueron seleccionados a través de una rifa.

Aunque Ángeles tiene una pantalla, no sirve porque no sabe cómo programarla y no puede ver ningún canal. “La prende uno y simplemente se aparece este mensaje que dice ejecutar autoescaneo, pero ya no te permite pasar de canal”, dice Cristina.

“El gobierno hace y deshace y el es el dueño casi de nosotros también, no nos preguntaron. A mí no me querían dar el apoyo porque vivo en el Centro, pero necesitan ver en qué condiciones vivo”, opina Ángeles.

Ahora que la mujer de la tercera edad no puede ver la tele, “¿qué me queda?, ¿en qué me divierto? Como sufro de ansiedad y depresión, ahorita lo que siento es ya no tener la tele prendida porque al escucharla ya no me sentía sola”.

Locales sin entretenimiento. Las televisiones colocadas en establecimientos también permanecieron apagadas. Virginia, de 45 años, acepta que el apagón perjudica a sus clientes, pero no tiene dinero para comprar una pantalla.

“Sólo nos queda esperar a ahorrar para comprar el aparato, la gente va a sufrir, pero se va a tener que esperar”, dice la mujer mientras fríe tacos y quesadillas en su local.

Virginia lamenta que su tele ya no funcione. “No sé qué vamos a hacer con las teles, pensamos comprar el decodificador”.

Sueldo se va en aparato. Una televisión digital de 24 pulgadas tiene un costo promedio de 4 mil pesos, que es igual al ingreso mensual de Juan Martínez, obrero de 20 años que se quedó sin señal de televisión después del apagón analógico ocurrido en el Distrito Federal.

Juan vive en la colonia La Era, en Iztapalapa, junto con su esposa, Marisol Ortiz, y sus dos hijas.

“Sí me enteré del apagón analógico, según cambiaron a HD, mejor resolución, una mejoría a la televisión, más canales pero no estuvimos preparados, somos una pareja joven y la economía no nos lo permite”, explicó Juan en su casa que consta de un cuarto, una pequeña estancia y una cocina.

La familia Martínez Ortiz no recibió televisión digital por parte del gobierno, pues no forma parte de los padrones de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y sus ingresos no les permiten adquirir un decodificador o un sistema de televisión de paga.

“Se nos dificulta, no fue el momento adecuado para el cambio porque la economía en el país está muy deteriorada”, comenta Juan.

“No podemos comprar una tele y los decodificadores están caros, y comemos o compramos un decodificador”, lamenta.

“El apagón a lo mejor es benéfico, pero no era necesario en este momento, hubiera podido aguantar otros años”, asegura.

Sin televisión en el largo plazo. A sus 36 años, Karla Ramírez vive con su esposo Juan, su suegra y tienen un hijo que asiste a primaria y otro a secundaria, todos ellos, desde ayer y por un largo tiempo, no verán televisión, pues tienen un aparato analógico y no tienen recursos.

Karla se enteró del apagón analógico hace un par de meses en las campañas en televisión, pero “la verdad, aunque supiéramos no habríamos podido comprar una televisión”.

“No se pusieron a pensar en que no toda la gente tenemos la economía para comprar teles”, concluye Karla.