Las casas de cultura sobreviven de milagro

casad deCon pocos recursos y entre múltiples carencias logran mantenerse esos recintos, cuya pretensión original era acercar las actividades artísticas a las comunidades.

México

Las casas de cultura del país están en el olvido y en la indiferencia: los espacios que nacieron con la finalidad de acercar el arte y la cultura a las comunidades sobreviven con los recursos que les quieran dar delegaciones, municipios y estados.

Pese a que en el país existen, según el Atlas de Infraestructura Cultural de México, mil 205 de estos recintos, la nueva Secretaría de Cultura federal no tiene nada que ver con ellos, pues no están contemplados dentro de su estructura. Lo mismo sucede con la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.

En el caso de la capital, lo que argumentan ambas instituciones es que las casas de cultura dependen de las delegaciones, que les otorgan los recursos para su operación y mantenimiento.

Así, las casas de cultura funcionan de milagro, con el presupuesto que les sobra a las delegaciones, que dedican la mayoría de sus recursos económicos a otro tipo de prioridades, como puede ser bachear un calle, afirma Alejandro Sandoval, promotor cultural, ex director de Cultura de Socicultur y quien ha sido asesor en el Congreso de la Unión en las comisiones legislativas de Educación y Cultura.

El modelo de las casas de cultura se estableció oficialmente en 1954, con la apertura del primer recinto de esta naturaleza en Guadalajara, Jalisco. Su desarrollo se incrementó a partir de 1977, cuando el INBA creó el Programa Nacional de Casas de Cultura, con apoyo federal y estatal.

Esta iniciativa tuvo su auge en los 80, gracias al impulso de Víctor Sandoval (1929-2013), quien puso en operación 54 de ellas. En la actualidad sus instalaciones sufren de todo tipo de carencias y se han convertido en casas de entretenimiento, ya que se dan clases de bordado, plastilina y zumba, por ejemplo.

«Se ha perdido el espíritu original de las casas de cultura: la intención no era crear muchos bailarines, músicos o escritores, sino formar a un público que entendiera y se acercara a ese tipo de expresiones culturales», comenta el también poeta y ex presidente de la Asociación de Escritores de México.

Ahora es preciso hacer conciencia entre los funcionarios responsables de todas las instancias de gobierno de que la cultura cuesta y que sin recursos no se pueden tener casas dedicadas a ella.

«Hay que financiarlas porque lo que la casa de cultura le va a devolver a la comunidad no tiene precio», dice quien estuvo al frente de la Dirección de Cultura del Distrito Federal, que en los años noventa manejaba alrededor de 90 de ellas.

«Lo que he podido ver es que en algunos de estos recintos se carece de lo básico, como sanitarios, lo que hace que estén en una situación deplorable. Eso no puede suceder: una casa de cultura es para que la gente vaya para que ahí pase un tiempo agradable».

Cambio sin más burocracia

La formación de públicos, que es fundamental, está muy descuidado, no solamente en la Ciudad de México sino en todo el país: «Todavía tenemos en México funciones de danza que se dan apenas con 10 o 20 espectadores, en las delegaciones y los municipios».

En ese aspecto, sostiene Alejandro Sandoval, es urgente reactivar esos recintos que pueden contribuir a la recomposición del tejido social: «Es justo en estos espacios donde los individuos se pueden encontrar y reconocerse como parte de una comunidad a través de la manifestaciones artísticas y culturales, incluida la enseñanza de las nuevas tecnologías, porque se les podría enseñar a los jóvenes a hacer producciones de videos con sus iPhone o con sus smartphones».

Pero también son importantes otros aspectos: «Ojalá que ahora que se está trabajando la Ley de Cultura, se considere un rubro específico para el financiamiento de las casas de cultura, que me parece una parte fundamental».

En la delegación Cuauhtémoc existen siete casas de cultura, además del Centro de Artes y Oficios Tepito y del Centro Cultural de la Infancia, de las 208 que hay en la Ciudad de México, afirma Alejandra Sánchez González, directora general de Cultura de esa demarcación.

No obstante, en el Atlas Cultural se indica que esta delegación posee la mayor cantidad de casas de cultura del país, con un total de 60, debido a que la mayoría son de la iniciativa privada o de asociaciones civiles aclara la funcionaria.

Debido a la relevancia del tema, la delegación organizó en la casa de cultura de San Rafael un ciclo de pláticas para analizar y tratar de hacer propuestas para solucionar el tema de la falta de recursos, ya que a esos espacios no se les asigna directamente un presupuesto sino a través de otras instancias.

En el debate está dar solución al tema del 70/30, que se refiere al pago que recibe un tallerista por impartir algún curso: el 70 por ciento es para él y el 30 por ciento restante para la delegación. El problema es que esos recursos se destinan para otros rubros y no para las casas de cultura, según lo estipula la Gaceta de Cuotas de Centros Generadores.