Cumple Procesión del Silencio 31 años

Excelsior

 

Hace poco más de tres décadas, Hortensia Vásquez de Lira, una profesora de Oaxaca, regresaba de un viaje hecho a España, donde conoció la Procesión del Silencio, una tradición que también se realizaba en nuestro país, como herencia de los frailes dominicos. Sin embargo, debido a la revolución, se perdió.

Así, en colaboración con otras personas, entre ellas el señor Carlos Ocampo (quien le trabajaba la iluminación y escenografía en su estudio de danza para los espectáculos en el Teatro Macedonio Alcalá), la señora Ana Bravo, el maestro José Humberto Palancares y el párroco Pedro Osorio Delgado (quien estaba al frente de la parroquia Sangre de Cristo) iniciaron uno de los eventos que este 2017 cumple 31 años.

Aunque la impulsora de esta actividad en Oaxaca ya falleció, sus hijas María Hortensia y Patricia Lira Vásquez siguen con la idea de su madre, de consolidar y preservar una actividad que ya se incluye en el programa de Semana Santa.

Y pese a las modificaciones en estas tres décadas, ellas pretenden que se haga lo más apegado a su significado en la tradición cristiana, que es vivir la Pasión de Cristo y con ello ser conscientes en la fe, la meditación y la reflexión en estas fechas.

Un sueño cristalizado

En el texto titulado El rescate del pasado: Procesión del Silencio, cuando ya habían transcurrido 13 años de efectuarse en la otrora Verde Antequera, la profesora señalaba que ésta iba tomando, año con año, un fuerte arraigo entre las celebraciones de Semana Santa en Oaxaca.

Sin embargo, en la década de los años 80 del siglo pasado, “la soledad y la quietud de las hermosas calles coloniales, con su atmósfera señorial, hacían pensar si sería posible hacer realidad un sueño y lograr algo que pudiera ser, para el futuro, constricción de los cristianos, curiosidad de los extraños; revivir algo que hace cientos de años realizaban y que ahora, al rescatarlo, pasaría a la lista de las celebraciones de Semana Santa”.

Patricia Lira, integrante del Seminario de Cultura —Corresponsalía Oaxaca— e hija de la fallecida impulsora de la Procesión del Silencio, recuerda que ante ello, su madre vio que se trataba de una hermosa tradición, “sobre todo aquí en México, en Oaxaca, por eso la quiso retomar y rescatar”.

Susceptible a las modificaciones

Asimismo, y tomando en cuenta lo escrito por su madre, explica que en sus inicios, la procesión llevaba un orden que se ha ido modificando con el paso del tiempo, según las disposiciones de autoridades eclesiásticas.

n el texto de Vásquez de Lira, se señala que: “Primero iban la cruz y los ciriales, que proceden a toda procesión, después los pesados y altos estandartes (con bordados en oro y plata, portando relicarios de antigüedad) que portan los representantes de las cofradías. Después iban las damas de la Tercera Orden de Santo Domingo, acompañadas del Señor de la Columna (figura del siglo XVI que se venera en el templo del mismo nombre), que es cargada por penitentes. A eso, le siguen las niñas del catecismo que llevan entre manos cruces diminutas hechas con espinos.

“A continuación, un hombre con los pies descalzos, encapuchado, cubierto tan sólo con un taparrabo, carga una cruz muy grande y pesada; siguiéndole va la Cofradía de las Siervitas, damas de la Virgen de Dolores, pertenecientes al Templo del Patrocinio, todas en riguroso luto acompañando a la Santísima Virgen, quien es cargada en andas por otros penitentes también encapuchados.

Al final de la procesión, 20 enormes lanzas adornadas cada una de ellas con motivos de la Pasión del Señor (la corona de las espinas, los tres clavos, la sábana santa), éstas son portadas por la otra Cofradía, escoltando la hermosa escultura de la Preciosa Sangre de Cristo que es venerada en el templo del mismo nombre”.

En el primer año de la procesión, Patricia Lira comenta que sólo hubo el acompañamiento de cuatro estandartes. Además de que en la última edición se prescindió de las niñas del catecismo.

“Ahora, al principio va el arzobispo, con los sacerdotes y con los apóstoles, y se ha ido cambiando el orden”, añade sobre otras de las modificaciones en la procesión.

Recobrar la esencia

Debido a que se trata de una actividad religiosa, la integrante del Seminario de Cultura Mexicana detalla que es necesario conocer el significado de la procesión, por lo que previo a ella se realizan retiros espirituales, como sucede en la parroquia de San Felipe Neri.

Esto, debido a que hay mucha gente que la percibe como un desfile o una diversión, “como un atractivo turístico”.

“Nosotras, como señoras, ya fuimos a un retiro y nos fuimos a confesar, porque no es cualquier cosa, sino que tienes que ir muy consciente en tu fe, en tu meditación y reflexión”.

En esencia, explica, lo que se pretende con la Procesión es vivir los momentos de la Pasión, por ello se observan escenas de cuando Jesús está vivo, preso, previo a la crucifixión, posterior a ésta, entre otros momentos, por ello las figuras religiosas llevan cierto orden.

“Es una evolución de actos que nos van mostrando cómo se fue dando la Pasión”, reitera.

La Procesión del Silencio es una actividad que por varios años ha sido coordinada por diversidad de entes, y teniendo entre sus colaboradores a la Dirección de Turismo Municipal, actualmente, a cargo de Adriana Aguilar Escobar.

Asimismo, con el apoyo de la Arquidiócesis de Antequera, el profesor Humberto Palancares, los Scouts —representados por Araceli Guzmán Ortiz—; además de los ciudadanos Jorge Luria (en representación de los penitentes), Óscar Martínez (presidente de la Hermandad de Estandartes y Relicarios del Santísimo Rosario), junto a todos los representantes de las parroquias que participan en la procesión.