La pluralidad se impuso; hace 20 años, México decidió el cambio vía las urnas

Excelsior

CIUDAD DE MÉXICO..-Eran las 11:35 horas del 4 de septiembre de 1997 cuando la secretaria de la Mesa Directiva, María Antonia Durán López, anunció la muerte de la hegemonía priista en la Cámara de Diputados. Nacía así la pluralidad política en el Congreso de la Unión por voluntad de la mayoría de los mexicanos que el 6 de julio de ese año, hace exactamente dos décadas, decidió por la vía de las urnas terminar con la aplanadora política del PRI.

Los números que leyó Durán López confirmaban la inédita derrota priista.

“Que en la Asamblea mencionada en el párrafo que antecede, los 239 diputados pertenecientes al Partido Revolucionario Institucional, en democrática votación, eligieron al diputado Arturo Núñez Jiménez como líder del grupo parlamentario antes referido y coordinador del mismo”, dijo ante un pleno, por primera vez en la historia del México posrevolucionario, con una mayoría opositora.

Fue la antesala de la alternancia política en México, luego de 67 años de hegemonía priista en todos los ámbitos de la vida nacional, que tuvo su momento cumbre en 2000, con la pérdida de la Presidencia ante el panista Vicente Fox.

Los protagonistas de la histórica LVII Legislatura, elegidos el 6 de julio de 1997, que dieron pie a los cambios de gobierno interno del Congreso de la Unión, escribieron así una página imborrable en la evolución democrática mexicana.

Porfirio Muñoz Ledo, expriista que llegó como diputado del PRD; el panista Carlos Medina Plascencia; el petista Alejandro González Yáñez y el líder del Partido Verde, Jorge Emilio González Martínez, mostraron por primera vez que las diferencias políticas se pueden hacer a un lado cuando existe un interés común superior, como en ese entonces fue poner fin a la aplanadora priista.

Una victoria común frente al otrora monstruo político invencible tricolor, que ese año tuvo en Arturo Núñez y Ricardo Monreal a dos férreos defensores del poderío priista, porque a fin de cuentas todavía era la primera fuerza política.

Relatos informales de trabajadores de Servicios Parlamentarios que vivieron el momento de transición en San Lázaro muestran que Núñez y Monreal defendieron con tanto ahínco el poderío priista que hasta llegaron a absurdos legales.

Ambos personajes ya no están en el PRI, porque su férrea defensa de la mayoría priista en ese 1997 no les valió para que el PRI los hiciera candidatos a gobernador de su respectivo estado; meses después, Monreal se fue al PRD y ganó Zacatecas; Núñez se mantuvo unos años en el PRI, pero emigró al PRD para ser, actualmente, gobernador de Tabasco.

Fuerza sin precedente

Desde 1988, cuando Carlos Salinas de Gortari ganó la Presidencia de la República, México mostró la primera señal de que su pensamiento político dejaba de estar, mayoritariamente, en el PRI.

Las generaciones de jóvenes que crecieron con la enseñanza del Movimiento Estudiantil de 1968 y las muestras de intolerancia y represión del gobierno priista se refugiaron en expresiones políticas antipriistas y se encaminaron a la izquierda, entonces representada por diversos partidos y a la derecha, con el PAN.

Por primera vez, luego de una ruptura interna del PRI, la izquierda adquirió en 1988 una fuerza sin precedente, con el expriista Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza; y el PAN tenía en Manuel J. Clouthier, un empresario del norte del país, a un candidato en verdad fuerte para ganar la elección.

Esa pluralidad política que se asomó en 1988 tuvo un freno en 1994, al finalizar el gobierno de Salinas de Gortari, porque el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el asesinato de Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial priista, generaron en los electores mexicanos un retorno al PRI, que ganó de nuevo la Presidencia con Ernesto Zedillo como candidato.

Pero las expresiones políticas de oposición ya eran incontenibles. El 6 de julio de 1997, con un Instituto Federal Electoral (IFE) que dejó de ser parte de la Secretaría de Gobernación y contaba con leyes electorales que permitían más control para el respeto del voto, se vivió un proceso electoral que en la capital del país colocó a Cuauhtémoc Cárdenas como primer jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, gobernado antes por regentes nombrados por el Presidente en turno.

El segundo triunfo de implicaciones nacionales fue el fin de la hegemonía del PRI en la Cámara de Diputados y el triunfo de la oposición entre los 32 senadores que entraron ese año para completar a los 96 que llegaron tres años antes.

Los resultados electorales mostraron que el PRI tenía 239 diputados federales, lo que implica que ni siquiera conservó la mayoría simple. El PRD se convirtió en la segunda fuerza, con 125 curules; el PAN obtuvo 121 diputados; el Partido del Trabajo siete; el Partido Verde seis y hubo dos legisladores que se declararon independientes.

En el Senado, de los 32 escaños que se sometieron a elección, 13 los ganó el PRI; nueve el PAN; ocho el PRD; uno el PT y otro el Verde; es decir, la oposición obtuvo 19 escaños, pero el Senado no sufrió la transformación política interna como San Lázaro, porque el PRI ya tenía la mayoría absoluta desde tres años antes.

San Lázaro se transforma

Experimentado político, formado en el PRI y brillante en las artes de hacer política, Porfirio Muñoz Ledo impulsó la formación del grupo de los cuatro, porque unida, la oposición tenía la fuerza necesaria para vencer al PRI y obligarlo a democratizar la estructura de poder en San Lázaro. El PRI era la primera fuerza, pero no la mayoría; ése fue el principio.

Los meses de julio y agosto fueron de intensa negociación. Tensa, ríspida, según los relatos de los protagonistas de ese momento, que se reflejaron en las páginas de Excélsior.

La oposición le quitó al Revolucionario Institucional la presidencia de la Cámara de Diputados, que asumió Porfirio Muñoz Ledo, quien estuvo acompañado en la Mesa Directiva por Miguel Ángel Quiroz Pérez; Santiago Creel Miranda, Laura Itzel Castillo Juárez, Carolina O’Farrill Tapia y Juan José Cruz Martínez como vicepresidentes; Gonzalo Morgado Huerta, Jesús Martín del Campo, María Antonia Durán y Luis Patiño Pozas, como secretarios; y como prosecretarios Martha Laura Carranza Aguayo, José Espina von Roehrich, María de la Luz Núñez Ramos y Miguel Ángel Garza Vázquez.

También logró que algunos puestos administrativos clave, como Comunicación Social y Tesorería dejaran de ser nichos priistas y se abrieran a funcionarios propuestos por la oposición, para que cada año hubiera cambios.

Otro de sus grandes triunfos fue la creación de la Junta de Coordinación Política, que se convirtió en el verdadero órgano de gobierno, y que en sus principios se llamó Comisión de Régimen Interno y Concertación Política, según el Diario de los Debates de la Cámara de Diputados.

“La Comisión de Régimen Interno y Concertación Política se integrará con los coordinadores que haya designado cada grupo parlamentario en los términos del artículo 32 de la Ley Orgánica del Congreso. Cada grupo designará un integrante alterno, quien podrá ser reemplazado en cualquier momento. La presidencia será rotatoria.

“La comisión tomará sus decisiones por consenso. En caso de que no se logre el consenso se procederá a utilizar el voto ponderado para decidir. Cuando se utilice el sistema de voto ponderado, cada coordinador representará tantos votos como legisladores estén incorporados a su grupo parlamentario al momento de aprobar este acuerdo.

“La Comisión de Régimen Interno y Concertación Política tendrá las atribuciones siguientes: suscribir acuerdos parlamentarios relativos a los asuntos que serán desahogados en el pleno de la Cámara; contribuir con la Mesa Directiva a organizar y conducir los trabajos camarales; proponer a los integrantes de las comisiones y comités y coadyuvar al mejor desarrollo de sus funciones; proponer al pleno el proyecto de presupuesto anual de la Cámara de Diputados y proponer al pleno los nombramientos de oficial mayor y tesorero”, dice el acuerdo aprobado el primer día de sesión del nuevo pleno plural, el 4 de septiembre de hace 20 años.

Las bajas

Así nació la pluralidad en San Lázaro, que se extendió al Senado años después y a todos los congresos estatales, pero también generó diferencias dentro de los partidos políticos que la protagonizaron.

Entre las bajas que registró el PRI de ese tiempo en el Congreso están Arturo Núñez, Ricardo Monreal, Layda Sansores, Pablo Salazar Mendiguchía y José Guadarrama Márquez, que se fueron al PRD; Monreal y Sansores están ahora en Morena. Esteban Moctezuma trabaja ahora con el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador; Manuel Cárdenas Fonseca se fue a Nueva Alianza; Martha Palafox se fue al PT y ahora no tiene partido.

En el PRD también hubo bajas en esa generación. Muñoz Ledo se fue de ese partido; Clara Brugada está en Morena; Pablo Gómez sigue en el PRD, pero es del ala más cercana a López Obrador; Demetrio Sodi dejó el partido; Lenia Batres y Jesús Martín del Campo están en Morena y Lázaro Cárdenas Batel dejó de ser activo en el PRD.

En el PAN, salvo Francisco Xavier Berganza, que se fue a diversos partidos, el resto se mantuvo en las filas del albiazul, pero comenzaron su andar por la fama partidista, como Santiago Creel.

Mientras, personajes como Francisco José Paoli y Carlos Medina Plascencia se alejaron de la vida pública activa del PAN, aunque su paso por un San Lázaro de mayoría opositora dejó escritos capítulos históricos, como el 1 de septiembre de 1999, cuando Medina Plascencia, en su calidad de presidente del Congreso de la Unión, hizo gritar de ira a los priistas al criticar al entonces presidente Ernesto Zedillo en la respuesta que le dio a su quinto Informe de Gobierno.

“Los agravios que viene acumulando la sociedad y la desesperación de millones de seres humanos hundidos en la pobreza evitable, que es la peor de las pobrezas, no permite el aplazamiento de soluciones alcanzables ni, mucho menos, la persistencia de una retórica totalmente vacía y desgastada por el uso y abuso que de ella se hace cada año en este mismo ritual. De nada sirve escuchar una vez más que vamos bien, si la pobreza sigue aumentando peligrosamente en el país”, lanzó Medina Plascencia, integrante de la entonces inédita LVII Legislatura.

Continúan en la lucha política

Muchos integrantes de la LVII Legislatura siguen activos en la administración pública o partidista; algunos de ellos cambiaron de trinchera.

Andrés Becerril

Tres de los cuatro dirigentes partidistas que hace 20 años despuntaron como piezas clave para acabar con la hegemonía del PRI en la Cámara de Diputados y darle a la oposición el control de ese cuerpo legislativo, siguen en la brega política: Felipe Calderón, del PAN, ya fue Presidente de México; Andrés Manuel López Obrador, entonces al frente del PRD, se perfila como candidato de Morena a la Presidencia el próximo año, y Alberto Anaya es dirigente nacional del PT; el cuarto, Jorge González Torres, se mueve en la sombras del Partido Verde.

Humberto Roque Villanueva, actual subsecretario de Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, fue el líder priista al que le tocó cargar con la derrota, que se estableció como histórica, la cual, desde entonces, el PRI no ha podido revertir. El secretario general priista era Juan S. Millán Lizárraga, que en 1999 fue gobernador de Sinaloa. Aunque no ha tenido más cargos públicos, Millán sigue siendo considerado un político poderoso en su terruño.

La pérdida de la mayoría en San Lázaro fue el preludio de la derrota que el PRI tuvo tres años después, al perder en 2000, por primera vez, la Presidencia de la República, lo cual marcó la primera alternancia política a nivel nacional.

Además de perder la mayoría en la Cámara de Diputados en la elección del 6 de julio de 1997, el PRI perdió también la primera elección en la Ciudad de México, ante Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que entonces era perredista, aunque actualmente no milita en ningún partido.

Con 239 diputados, el PRI se convirtió en la primera minoría en San Lázaro; el PAN, comandado por Calderón, ganó 121 curules; el PRD, bajo el mando de López Obrador, tenía 125; siete el PT, liderado por Alberto Anaya, y seis el Verde, cuyo dirigente era Jorge González Torres. La oposición sumaba 259 curules, más dos independientes: Carolina O’Farril Tapia y Marcelo Ebrard, quien ya dejó el PRD y aunque apoya a López Obrador aún no se sabe si es parte de la estructura de Morena.

Después de una hegemonía de 68 años en la Cámara de Diputados, en 1997 se conformó en San Lázaro una mayoría opositora al PRI.

Porfirio Muñoz Ledo —fundador del PRD en 1989, aunque hoy ya no milita en ningún partido político— fue el líder de la fracción perredista en San Lázaro. Carlos Medina Plascencia, que había sido gobernador de Guanajuato (1991-1995), en la llamada concertacesión, era el líder de los panistas. Ricardo Cantú, diputado federal en la legislatura pasada, fue coordinador de los petistas en la LVII Legislatura. Y el actual gobernador de Tabasco, el perredista Arturo Núñez Jiménez, en 1997 era el líder priista en la Cámara de Diputados.

Trampolín

En estos 20 años, los partidos políticos han tenido un cambio generacional; sin embargo, entre quienes estaban en la LVII legislatura (1997-2000) y aún siguen en el ejercicio político están Santiago Creel, que llegó a ser secretario de Gobernación, precandidato presidencial, senador y actualmente preside la Comisión Nacional de Elecciones de Acción Nacional.

Héctor Larios es otro de los panistas que continúa en la política: entre 1997 y 2000 fue diputado federal; actualmente es, por segunda ocasión, senador de la República.

Javier Corral Jurado, actualmente gobernador de Chihuahua, fue integrante de la bancada panista en la LVII Legislatura, donde presidió la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía e integró los comités de Biblioteca e Informática y de Comunicación Social, y que en marzo de 2000 dejó para hacer campaña para el Senado de la República.

Juan Bueno Torio, quien era panista en la LVII Legislatura y después senador de la República, dejó ese partido y se convirtió, en 2016, en candidato independiente a la gubernatura de Veracruz, sin éxito.

Dolores Padierna, diputada por el octavo distrito de la capital del país, ahora coordina el PRD en el Senado y es una de las líderes más visibles de ese partido.

José de Jesús Martín del Campo fue diputado del PRD, pero fue de los primeros de ese partido, del cual fue fundador, en integrarse a Morena, fundado por Andrés Manuel López Obrador.

Ricardo Monreal, actualmente jefe delegacional en Cuauhtémoc, fue diputado en 1997 por el PRI; estuvo en San Lázaro los primeros meses de la Legislatura y buscó la candidatura priista a la gubernatura de Zacatecas; al no obtenerla, renunció y se fue al PRD. Bajo esas siglas gobernó su estado natal (1998-2004); dejó el PRD para pasarse al PT y ahora es integrante de Morena.

Enrique Martínez y Martínez, actual embajador de México en Cuba, fue uno de los 239 diputados priistas en la Legislatura en la que su partido no tuvo mayoría; desde ahí fincó su trabajo para ser candidato y luego gobernador de Coahuila, entre 1999 y 2005.

Francisco Arroyo Viera, que fue diputado en esa Legislatura, actualmente es Embajador de México en Uruguay, y Juan Carlos Gómez Aranda, diputado del PRI en 1997, es actualmente secretario de Gobierno en Chiapas.

Ulises Ruiz, gobernador de Oaxaca entre 2004 y 2010, fue integrante de la bancada priista en la LVII legislatura. En la actualidad, Ruiz es uno de los priistas disidentes a la línea que marca el actual dirigente Enrique Ochoa Reza.