El ‘Concierto de Aranjuez’ de Joaquín Rodrigo cumple 80años

EXCELSIOR

Se cumplen 20 años de la muerte del compositor español y ocho décadas de la creación de su obra más célebre

CIUDAD DE MÉXICO.

Ubicada entre los ríos Tajo y Jamara, al sur de Madrid, Aranjuez es la ciudad en la que el compositor Joaquín Rodrigo (1901-1999) se inspiró para crear su más afamada composición para guitarra y orquesta, el Concierto de Aranjuez (1939), que este año cumple 80 de su creación, y que ha sido interpretada por guitarristas tan importantes como Andrés Segovia y Paco de Lucía, y del que se han hecho diversas versiones.

En entrevista con Excélsior, Sergio Vela, director de ópera y estudioso de la música clásica española, y Pablo Garibay, guitarrista mexicano, quien ha ejecutado Concierto de Aranjuez en diversos foros nacionales e internacionales, charlan sobre la vigencia, raíces e importancia de esta pieza compuesta a finales de la Guerra Civil Española y que consta de tres movimientos, Allegro con spiritoAdagio y Allegro gentile.

Esta obra tiene una serie de características que la hacen valiosa, desde luego, el gran sentido melódico es una de ellas. No debemos olvidar que fue compuesta cuando estaba concluyendo la Guerra Civil, y que no fue compuesta en España, sino en Francia, de tal manera que podemos hallar en su escritura una especie de nostalgia por un mundo de ayer. Concierto de Aranjuez me recuerda el caso de Stefan Zweig con su bellísimo libro El mundo de ayer, que muestra una mirada nostálgica de algo que no ocurrirá”.

Por su parte, Pablo Garibay reconoce que se trata de uno de los grandes conciertos para guitarra. “Es una obra orquestal para guitarra y orquesta fundamental en el siglo XX, a lo mejor en conjunto con el Concierto para guitarra y pequeña orquesta, de Heitor Villa-Lobos; Concierto de sur, de Manuel M. Ponce; Concierto en Re Mayor, de Mario Castelnuovo-Tedesco, y Aranjuez forman parte de este set de obras muy interpretadas por guitarristas en el XX y XXI”.

Galardonado con el Premio Nacional de Música de España y reconocido por el rey Juan Carlos I como Marqués de los Jardines de Aranjuez, Joaquín Rodrigo estudió en París, en la École Normale de Musique, donde fue contemporáneo de célebres compositores como Paul Dukas, Ígor Stravinski y Manuel de Falla.

A 20 años de su muerte, ocurrida el 6 de julio de 1999, Rodrigo ha sido reconocido, sobre todo, por el Concierto de Aranjuez; sin embargo, otras composiciones para guitarra, como Concierto andaluz y Concierto madrigal, así como conciertos para piano y cello, son de enorme calidad, aunque poco conocidos.

El caso del Concierto de Aranjuez puede resultar semejante a lo que ocurre con otras obras como Hansel y Gretel, de Engelbert Humperdinck, o El aprendiz de brujo, de Dukas, en donde se asocia a un compositor con una obra en particular; es decir, que si bien el catálogo de Joaquín Rodrigo es amplio e importante, simplemente el Concierto de Aranjuez, por la divulgación que ha merecido, ha opacado otras obras del autor”.

Hay una serie de obras de Joaquín Rodrigo que no han sido debidamente valoradas ni divulgadas. En términos de música orquestal, el Concierto de heroico para piano, sus conciertos para cello o el Concierto madrigal, para dos guitarras, todas estas obras se conocen mucho menos.

Quizá las dos únicas obras de Joaquín Rodrigo que han tenido gran divulgación, no equiparables al Concierto de Aranjuez, pero sí bastante, son Fantasía para un gentil hombre, escrita para que la ejecutara Andrés Segovia, y el Concierto Andaluz para cuatro guitarras”, asegura Vela.

Alternando, en su mayoría, tres tonalidades, Re mayor en Allegro in spirito; si menor en Adagio; y Re mayor en Allegro gentile, el Concierto de Aranjuez, estrenado en Barcelona en 1940, resulta muy complicado en su ejecución.

Musicalmente, Aranjuez es complejo. Adagio tiene una gran profundidad emocional y una gran combinación de melodías, rubatos, se debe detener el tiempo, acelerar, hacer un juego agógico. Por ejemplo, el corno inglés, que en este segundo movimiento tiene un papel protagónico, debe ser acompañado por la guitarra, lo tiene que imitar, responder y continuar con ese discurso melancólico que tiene.

Por su parte, el primer movimiento es complejo, porque la guitarra empieza sola, acompañada por un registro grave en las cuerdas, y la guitarra plantea el ritmo cambiante, entre tres cuartos y seis octavos, que nos recuerda mucho a la música española flamenca, y en donde la guitarra redescubre y propone un futuro muy prometedor a lo largo de toda la obra al ser el instrumento solista”, comenta Garibay.

A decir de Vela, la ceguera de Joaquín Rodrigo fue uno de los factores que lo acercaron íntimamente a la música. “La estética de Rodrigo corresponde más al siglo XVIII que al siglo XX, pero tiene un enorme mérito: que en el siglo XX se ve con ojos frescos y oídos nuevos una tradición de siglos, es algo similar a los que antes había hecho Ottorino Respighi, rescatando la música instrumental italiana antigua y poniéndola con instrumentaciones de su tiempo al día.

En Rodrigo hay una introspección, no hay que olvidar su casi ceguera de casi toda la vida, entonces el desarrollo de oído implica también en el caso de Rodrigo”, afirma.

Las diversas versiones de las que ha sido objeto la creación de Rodrigo van desde la de  Miles Davis, icono del jazz; la de Paco de Lucía, quien la interpretó acompañado de la Orquesta de Cadaqués; también han hecho su propias versiones músicos como el clarinetistas Jean-Christian Michel, así como el guitarrista de Queen, Brian May,  quien creó  una breve interpretación en un concierto en España.

Vela y Garibay comparten gustos respecto a quién es el intérprete que más les ha gustado. “Tuve la fortuna de interpretar este concierto muchas veces, acaso la que más recuerdo sea la primera gira europea con la Filarmónica de la UNAM, donde tuve el honor de ser invitado para interpretar el Concierto en varias ciudades de Italia. Lo he interpretado también con la Orquesta Juvenil Eduardo Mata, con la Orquesta Filarmónica de Dormund, en Alemania, y con la orquesta juvenil alemana. Hay dos que han sido inspiración, pero no sólo en las obras de Rodrigo, las de Pepe y Ángel Romero”, asegura el guitarrista.

Por su parte, Vela dice que es complicado mencionar al mejor intérprete. “En México hemos tenido a Alfonso Moreno, Pepe Romero y Andrés Segovia. Por fortuna, no tenemos que quedarnos con uno solo”, concluye.