Frena espiral de linchamientos; impunidad fomenta la violencia

EXCELSIOR

Aunque el número de casos creció 506.5% en los últimos ocho años, en agosto y septiembre se registró una baja en los estados con mayor incidencia

CIUDAD DE MÉXICO.

Luego de mantener una tendencia al alza durante seis años, los casos de linchamiento presentaron un freno durante agosto y septiembre de 2019 que, de mantenerse, serían el inicio de un descenso en este fenómeno, aseguró el especialista Raúl Rodríguez Guillén, sociólogo dedicado al estudio de linchamientos en México.

“Se ve que la espiral se empieza a detener… los primeros meses había un incremento de un mes a otro mes o un porcentaje consistente, y en los últimos dos meses se detuvo y comenzó a bajar. Simplemente, eso ya es una señal, si se pasa de 33 a 20. Sí es muy importante, sobre todo porque eso se notó en los estados donde suceden (con más frecuencia los linchamientos)”, explicó en entrevista con Excélsior.

Rodríguez Guillén, doctor en ciencia política y profesor-investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de México (UAM) Azcapotzalco, asegura que son el Estado de México, Puebla y la Ciudad de México donde más se ha notado dicho descenso.

“Lo notas, por ejemplo, en agosto no pasó de 20 a nivel nacional y regularmente eran alrededor de 30, 33, en donde la mayoría eran en esos tres estados. Una baja de 13 (casos de linchamiento) de un mes para otro, no es cualquier cosa”, explicó.

Para el especialista, las estrategias de seguridad que se han comenzado a implementar para inhibir el delito en dichos estados han contribuido a que los linchamientos desciendan.

Enlistó, por ejemplo, que los operativos en los corredores Indios Verdes-Ecatepec e Iztapalapa-Chalco han frenado los robos a bordo de microbús, una de las principales causas de hartazgo en la población que desencadenaban los linchamientos en la zona.

Mientras que, para el caso de Puebla, consideró que los operativos aplicados contra el huachicoleo en poblaciones como San Martín Texmelucan han permitido que la presencia de militares y elementos de la Guardia Nacional inhiban los delitos comunes al mejorar la confianza en los cuerpos de seguridad.

“La desconfianza (actualmente) en la policía local, estatal y federal, pero eso va a cambiar, porque desaparece la federal, y la estatal y local van a estar controladas por la Guardia Nacional.

“Ahí sí creo que, en cuestión de cinco o seis meses se van a ver, tal vez no grandes resultados, pero simplemente el detener la espiral es un paso adelante. En dos años o tres años, si no se corrompe la corporación, supongo que funcionará bien”.

Así creció el fenómeno

En ocho años, de 2010 a 2018, los casos de linchamiento aumentaron 506.5%, al pasar de 46 a 279.

Además de incrementarse el número de eventos presentados a nivel nacional, también aumentó el grado de violencia, pues las turbas han pasado de los golpes a la incineración de sus víctimas.

De acuerdo con Melissa García Meraz, doctora en sicología social y ambiental por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), las formas de violencia se van sofisticando.

Antes, explicó, la gente agarraba a un ratero o un delincuente y lo golpeaba, pero ahora que son comunidades en las cuales se cometen delitos con un alto índice de violencia, “entonces sus formas y sus normatividades van no nada más a golpear, sino al ‘lo tenemos que matar y lo tenemos que matar de una manera muy sádica’”.

“Y eso surge de un clima donde la gente se siente altamente insegura, entonces, se organiza y la forma de organizarse es ‘ahora los vamos a linchar y los vamos a matar para que aprendan’”, señaló a este diario la también catedrática de la Facultad de Psicología de la UNAM.

Según el estudio de Rodríguez Guillén, en México han ocurrido mil 2016 linchamientos de 1988 a 2018.

Documentados en su estudio, los estados que reflejan la mayor incidencia de este fenómeno son el Estado de México, con 326 en ese periodo; Puebla, con 281; Ciudad de México, 141; Oaxaca, 79, y Morelos, con 43.

Los años con mayor repunte en las estadísticas son 1996, cuando el número de linchamientos en el país subió 100% al pasar de nueve casos presentados en 1995, a 18.

Un segundo repunte, de 137.5%, se dio en 1999. Ese año se registraron 19 casos contra sólo ocho que se dieron el año previo.

El mayor repunte ocurrió en 2006, cuando el país registró diez linchamientos contra sólo dos casos que habían ocurrido en 2005, el incremento fue de 400 por ciento.

Los años 2008 y 2010 registran repuntes de 200 y 207% en la estadística de linchamientos presentados en el país.

Y es a partir de 2013 cuando la estadística presenta un ascenso sin freno partiendo de 43 casos presentados en ese año hasta llegar a los 279, en 2018.

Turbas empoderadas

Melissa García Meraz relató que la conformación de las turbas se da cuando los individuos se vinculan por un objetivo común, comparten una motivación para lograrlo y colaboran para alcanzarlo.

“La gente se reconoce como parte de una sola idea y dicen ‘compartimos cosas en común’ y crean normatividades en el grupo; toman sus roles y comienzan a crear estos grupos que les dan empoderamiento”.

La especialista explicó que ese empoderamiento es el que da fuerza al individuo en un ambiente altamente violento en el que “sobrevive y vive con el estrés de que le puede tocar (la violencia)”.

“(Se crea) una consonancia mental que lo lleva a la persecución de sus fines… es muy clara, simplemente que lo que tenemos por fuera es el clima de violencia extrema, o matas o te matan, si ésa es la premisa principal, imagínate como se organizan los grupos”.

Para Rodríguez Guillén son varias las causas por las cuales se dispararon las cifras de linchamientos en todo el país.

“Son muchos factores, no es uno. Primero, la degradación de los cuerpos policiacos fue muy grande; segundo, las autoridades de administración de la justicia no han cumplido. Por ejemplo, los ministerios públicos son deficientes, y si va uno más allá, pues uno sabe que son corruptos, integran mal la averiguación. Es decir, la impunidad ha crecido en los último años”, explicó.

El investigador de la UAM señala que, aunado a ello, comprender el fenómeno de los linchamientos requiere analizar las zonas donde ocurren, por ejemplo Ecatepec, que es un municipio donde se concentra el mayor número de linchamientos, pero también de la mayoría de delitos comunes.

“Son muchos factores. La delincuencia común, la que roba una casa, celulares, a cuentahabientes o a gente que se desplaza en el transporte público, ha crecido y son zonas densamente pobladas y el fenómeno se repite constantemente. Uno ve que hay problemas de inseguridad graves”.

Al comparar las estadísticas delictivas en las entidades donde se presentan más casos de linchamientos, se obtiene que en Estado de México los robos crecieron. En 2015 se iniciaron 94 mil 406 carpetas de investigación por este delito, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

En 2016, en esa entidad hubo 98 mil 498 robos; en 2017, la cifra subió a 137 mil 506, y para 2018 se llegó a 125 mil 231 carpetas.

En el caso de Puebla, la estadística inicia con 23 mil 166 casos de robo registrados en 2015; para 2016 hubo 21 mil 691; en 2017 se dieron 29 mil 621, y en 2018 la estadística cerró con 32 mil 477.

Rodríguez Guillén indicó que la incidencia delictiva abonaba, indirectamente, a los linchamientos.

“Y ¿por qué linchan? Porque no confían en la policía, porque saben que los jueces los van a liberar, porque la delincuencia ha crecido de manera incontrolada y porque la gente ya rechaza todo eso, todas esas prácticas”.

Ahora, señaló, habrá que esperar a ver cómo se comportan las estadísticas.

“Algo pasa, hay que esperar y ver si no fue casualidad de dos meses y dentro de otros tres o cuatro eso se mantiene o disminuye. No puede uno decir con dos meses, ya se controló, pero en unos seis, ocho o diez meses, yo creo que ya es algo, si esto está teniendo una disminución consistente”.