En su día, los ponen guapos

POMUCH, Camp.

La comunidad de Pomuch es localmente conocida por la elaboración de pan en hornos de ladrillo y leña, pero también es reconocida porque cada año, en la celebración de Día de Muertos, los habitantes de la localidad llegan al panteón para sacar de las criptas a sus difuntos y limpiar uno a uno los huesos que posan en una pequeña caja de madera.

Al camposanto de apenas media hectárea arriban familias completas para visitar a sus familiares que partieron al más allá y aprovechan para estar, al menos, un día nuevamente con ellos.

La fachada de color blanco y en la esquina de la calle principal llama la atención por el silencio sepulcral que invade al acercarse a ella, pero, a su vez, se percibe una ligera armonía que invita a la paz interna, pues a simple vista los cráneos y osamentas expuestas invitan a la reflexión a la vida material y eterna.

Algunos historiadores aseguran que esta tétrica tradición es un legado de los mayas, pues en toda la península de Yucatán sólo en cinco panteones del Camino Real en Campeche se festeja a los muertos de esta forma.

 

Los deudos aprovechan, también, para adornar las criptas con flores que permanecen después de limpiar los restos / Foto: Adrián Virgen Miranda

 

El ritual maravilla a los visitantes. Pero no cualquiera se atreve a realizarlo, como  Sofía Rodríguez, quien,  temerosa, miraba como las personas sacaban a sus muertos para limpiarles en paz uno a uno los huesos y cambiarles el trapo que los envuelve, y que lleva bordado el nombre del difunto.

Yo no tocaría huesos; a lo mejor sí, de desconocidos, pero de familiares no, me costaría mucho. A mí no me gustaría que me tocaran (en la tumba)”, expresó Sofía.

Sin embargo, para la gente de la localidad, esta es una tradición que buscan que perdure por generaciones.

Sí, esta bien que vengan cada año a estarme limpiando, es la tradición acá; no se pierde la tradición: cada año se ponen los huesitos y les limpias su caja, les cambias su trapito”, explicó José Francisco Caamal Canul.

El olor cempasúchil mezclado con el aroma del pibipollo (tamal enterrado y horneado a las brasas) abunda en el ambiente; visitantes nacionales y extranjeros observan la tradición y degustan este platillo típico, acompañado de chocolate casero.

Después de la visita al panteón, los deudos regresan a sus hogares para esperar a las ánimas para compartir las ofrendas que prepararon en los altares coloridos donde resalta el amarillo ocre del cempasúchil, las velas, los papeles y dulces de colores que adornan los retablos.