Una breve historia de los alquimistas léxicos en la modernidad

SANTIAGO AMPUDIA CASTELAZO Y VÍCTOR ARMANDO RENDÓN PENILLA 

EXCELSIOR

En ocasiones, nos volvemos iterorrefrigerámbulos a causa del hambre, el antojo y el aburrimientoSí, como lo leyeron, itero-rrefriger-ámbulos; término que, a pesar de serles desconocido, es de intuible significado dada su desnuda estructura. Éste denomina a aquel que, en momentos donde se combinan el deseo por manjares y el ocio, ambula iteradamente rumbo al refrigerador buscando nuevos alimentos, pese a ser consciente de que su contenido no ha cambiado desde su reciente visita. Esta palabra, cuyas visibles raíces revelan su naturaleza, ilustra lo que son las lenguas desnudas o, como se les llama académicamente, fenomenológicas: aquellas que vislumbran la relación entre sus hablantes y la realidad que describen. Al estar tan ligadas a las experiencias de sus parlantes, éstas desvelan el mundo de tal modo que el hablante pueda, al entenderlo y describirlo, establecer una relación íntima con él. El formar y encaminar una palabra de esta índole es desvelar aquello que nombra y presentarselo al hablante como evidente, gritándoselo al ser enunciada, mientras que los vocablos de lenguas con mayor desconexión de sus orígenes o con incidencia normativa arbitraria se camuflan en capas de historia, murmurando un significado tergiversado.

 

 

Es una ilustración que fusiona un paisaje pastoral con elementos de ciencia ficción: personas en ropajes tribales africanos observan con asombro un gran artefacto mecánico con forma de oruga flotando en el cielo, adornado con símbolos o letras alrededor de su estructura. El ambiente es sereno con un paisaje de colinas verdes y árboles frondosos bajo un cielo con nubes al atardecer.

 

El nacer de la lengua desnuda surge del esfuerzo humano por descubrir y cohabitar con sus alrededores e interiores a lo largo del tiempo y el espacio. Por ello, las cunas de estas lenguas son tan diversas como ellas mismas. El náhuatl, por ejemplo, exhibe este carácter ya que sus dinámicas y pensamientos son muy allegados a la naturaleza que rodea a sus hablantes. Así, ellos encaminan el desvelamiento de nuevos conceptos mediante el resultado de la aglutinación de términos ya familiares, causando que, intersubjetivamente, comprendan las palabras creadas por otros hablantes ajenos a su concepción. Esto se ilustra al pensar que, por su modo de entender el mundo, podrían amalgamar los vocablos empleados para expresar ‘gusano metálico’ al referirse a un tren. Análogamente, no era de extrañar que el hablante vulgar de griego antiguo orgánicamente  practicara lo que se podría entender como alquimia léxica. Insignemente, ‘filosofía’proveniente de ‘φίλος’ (‘phílos’, «amor, afinidad por») y ‘σοφία’ (‘sophía’, «sabiduría»), fue acuñado por filósofos de la época para describir apropiada y sucintamente dicha área del intelecto. Asimismo, ‘βάρβαρος’ (‘bárbaros’), traducida como «el que balbucea», proveniente de la onomatopeya ‘bra-bra’, similar a ‘bla-bla’, originó lo que hoy se conoce como ‘bárbaros’ para referirse a quienes no hablaban griego ni latín.

 

La riqueza dada por la desnudez es gozada alrededor de todo el mundo, desde el alemán hasta el finés, pasando por el japonés, el quechua y las lenguas de señas, por nombrar algunas. Inclusive en la cultura popular se presenta influyente este fenómeno representado por palabras como ‘cruzazulear’, ‘fomo’, ‘low-fi’ o, un ejemplo global, ‘meme’: término creado por el biólogo evolutivo Richard Dawkins para hacer referencia al fenómeno análogo a la replicación genética en un contexto social donde las ideas y tradiciones evolucionan al esparcirse. ‘Meme’ se deriva de ‘mimema’, que en griego significa «algo que se imita»; así, en el internet como en los genes y la cultura, éstos emulan sucesos y se propagan rápidamente, a menudo modificándose paulatinamente en la difusión, perdurando los más aptos. Tren, filosofía, bárbaros y meme son escaparates que hacen notar la belleza desnuda de la lengua, exhibiendo su ventaja para el intelecto humano al permitir conocer nuestro pasado y los orígenes de nuestro pensar, así como su evolución.

 

 

En la imagen hay un contraste de culturas y épocas con un nativo americano sentado a la izquierda manipulando una esfera de luz y un hombre barbudo con túnica al estilo clásico europeo a la derecha, conjurando magia de sus manos. Entre ellos pasa un tren a vapor, simbolizando la revolución industrial. En el cielo, figuras humanas flotan entre símbolos y números, posiblemente representando la unión de lo místico y la matemática. El ambiente es un paisaje natural al amanecer o al atardecer con montañas y bosques en la distancia.

 

No es coincidencia que grandes mentes a lo largo de la historia experimentaran continuamente con la desnudez de la lengua; ésta hace reverberante acto de presencia en los libros de todos los campos del pensar. Aristóteles, Martin Heidegger, William Shakespeare, Angela Carter destacan entre los ilustres que hicieron danzar los morfemas creando armoniosos significados que han enriquecido–y aún hasta la hodierna (perteneciente al día de hoy) fecha–las diversas ramas del saber.

 

El descubrimiento de nuevas palabras, al nombrar ideas (prácticamente) inefables, implica un cohabitar extendido y específico con la realidad, dado que se trazan pinceladas de color que añaden capas de complejidad al lienzo donde pintamos la realidad. El nombramiento detallado dentro del locus colectivo enriquece la comprensión intersubjetiva: el corazón y el cerebro compartido de la sociedad se nutre; como si de la actuación en una tragedia griega se tratase, al forjar palabras, se encarnan los fundamentos de una acción detrás de los vocablos, como sucede en la representación teatral, trascendiendo así la individualidad y transmitiéndose a la mente comunal del público contemplativo. A su vez, en el recorrido por el laberinto de la realidad, se escapa de intrincados embrollos asistiéndose de atajos. Formular nuevos términos agiliza el pensamiento, permitiendo hacer referencia con precisión a intuiciones o reflexiones que, de lo contrario, demandarían gran labor; en estas palabras habita la creatividad, conectando ideas seclusas y a priori aisladas que difuminan el desconocimiento que las separa.

 

 

La imagen muestra un paisaje fantástico que fusiona elementos clásicos y cósmicos. Un edificio que se asemeja a un templo griego o romano iluminado está a la derecha, y un gigantesco cerebro flota en el cielo estrellado, con estructuras similares a una nebulosa que lo conectan con el paisaje. Letras y números flotan por el espacio, sugiriendo temas de conocimiento, matemáticas y ciencia. Debajo, figuras encapuchadas se reúnen alrededor de una mesa en una plataforma circular con patrones reminiscentes de un disco galáctico o un agujero negro. La escena es etérea y sugiere un encuentro de mentes o una convergencia de sabiduría ancestral y comprensión del universo.

 

La abstracción de la lengua surca por los linderos de la realidad buscando descubrir más allá de los límites de lo posible al cuestionarlos; detrás del manto de lo incomprensible, destellos de la verdad son develados hacia el vecindario del entendimiento común, sin rasgar los tejidos que le dan forma a la existencia epistemológica. Estos límites no son una demarcación que restringe, que encarcela, sino una que denota el potencial de la esencia, el horizonte donde se puede empezar a ser; olvidarse de ellos conlleva no sólo extraviar la brújula, sino además la concepciones que fundamentan nuestra cultura. Por lo tanto, ciertos límites en la formulación de nuevas palabras resultan necesarios para una de sus características elementales: el entendimiento del otro.

 

Es imprescindible cierto consenso en el hablar para lograr una cohabitación en comunidad. De este fenómeno hasta cierto grado normativo–en el sentido de orientar al hablante hacia un punto común–surgen lenguas o dialectos, como el nüshu–antiguo lenguaje usado exclusivamente por mujeres socialmente oprimidas en Hunan, China–, que permitía la libre expresión bajo la protección de la privacidad. No obstante, en pos de mantener la cercanía con el mundo, la cautela es necesaria para evitar imponer normativas antinaturales y totalmente arbitrarias; de ser el caso, sí existiría un sesgo que constringiera la percepción del hablante. Por ello, adoptar bruscamente, por ejemplo, el Ithkuil (un lenguaje construido artificialmente que busca expresar, mediante muy complejas dinámicas, una profundidad semántica más elevada de lo que usualmente permiten las lenguas humanas naturales, donde dos palabras como ‘Tram-mļöi hhâsmařpţuktôx’ expresan la oración completa “Por el contrario, creo que puede resultar que esta escarpada cordillera se desvanezca en algún momento”) u otros similares, propicia una experiencia alejada de los fenómenos naturales del mundo real. En general, encontrar el justo medio entre el nihilismo infinito–sin límites–y la normativa arbitraria le devuelve a los hablantes la capacidad de seguir descubriendo y transmitiendo la verdad.

 

Para ilustrar y demostrar el balance en cuestión, proponemos estas siete palabras desnudas nacidas en el ejercicio del pensamiento sobre lo real, sobre el mundo como es vivido, las cuales siguen las costumbres y los consensos lingüísticos sociales contemporáneos que facilitan la comprensión en la comunicación:

  • Gastroportar: escapar, al degustar una comida que refiere a un lugar y momento en concreto, de la prisión espacio-temporal del ser, y sentir de manera casi mística que se es transportado mediante el sabor y la memoria. “Como en ‘Ratatouille’, al probar la cena que hiciste, me gastroporté: sentí que de nuevo tenía 8 años y estaba comiendo unas quesadillas en el tianguis con mi abuela mientras me leía el Excélsior”.
  • Eticoléptico / eticohólico: persona obsesionada con hacer siempre el bien y tomar la decisión más ética. “Afortunadamente, el conductor del ‘trolley problem’  infinito es un eticohólico”.
  • Postintelencantar: acción que ocurre cuando algo, sobre todo una obra de arte, inicialmente resulta repulsivo o simplemente carente de belleza, pero se vuelve del agrado de uno al conocer el contexto detrás. “La Mona Lisa me parecía un retrato común y corriente, pero me postintelencantó cuando me hablaron de todo el misticismo que hay en torno a su creación, su protagonismo en el robo del siglo y manutención por centenares de años”.
  • Interrogahumilis: persona que acribilla con preguntas a otra con el propósito de exhibir su desconocimiento y humillarlo. “En el debate presidencial, un candidato pecó de interrogahumilis y su participación estuvo repleta de falacias socráticas”.
  • Ontohomodubitativo / concienciescéptico: dicho de  aquel que se sitúa en un estado de duda al no saber si una persona o una conciencia es real o simulada. “Me volví concienciescéptico tras usar ChatGPT tanto tiempo y sentir que hablaba con otra persona”.
  • Sincromelodioso: descripción del instante mágico que se vive cuando suena la canción perfecta en el momento perfecto. “Resulta que mi sincromelodioso momento en la boda de mi hermana no fue casualidad, sino que ella le pidió al dj que pusiera La calle de las sirenas porque sabe que es mi favorita”.
  • Alquimilexia: acción de fusionar o aglutinar términos para, mediante su sinergia (unión cuyo efecto es superior al de los individuos sumados), denominar conceptos no antes nombrados–al menos no popularmente en el imaginario colectivo–. “Los autores de este artículo concibieron el término «alquimilexia» mediante la alquimilexia”.

 

 

En esta imagen artística se combina la imaginería de la forja y la astrología con un estilo visual reminiscente de la mitología y la fantasía. Un anciano trabaja en un yunque, forjando lo que parece ser un objeto brillante, posiblemente una estrella o un artefacto celestial, mientras está rodeado por la inmensidad del cosmos con galaxias, estrellas y planetas. Letras y caracteres de diferentes alfabetos flotan en el espacio, posiblemente representando el concepto de la creación del lenguaje, la sabiduría o la conexión entre la escritura y el orden universal. A la izquierda, una cabeza estilizada con texto incrustado sugiere la idea de pensamientos o conocimientos materializándose en el universo físico. La escena en su conjunto invita a la reflexión sobre temas como la creación, la transmisión del conocimiento y la relación entre el microcosmos y el macrocosmos.

 

Invitamos encarecidamente al lector a agregar aquellas palabras que le resulten interesantes a su vocabulario. A su vez, esperemos que esta práctica—la alquimilexia—sea perseguida por todo hablante para que el gran árbol de la lengua deje atrás un otoño que ha visto caer palabras marchitas y florezca en una primavera de conceptos coloridos, vivaces y armoniosos—desvelándonos una realidad más amplia y diversa—.

 

Recordando los versos del maestro Borges, la cartografía, en su regla más fina, redunda en el infinito detalle: lo ilimitado nos limita; el pensar sin límites, sin orden y búsqueda de la verdad, nos limita al caos y la falsedad. El mapa orienta en la exploración; le señala al caminante los rumbos desconocidos por los cuales comenzar a hacer camino al andar. Cada nuevo paso semántico que engrandezca el camino de la lengua colorea los ignotos y blanquinegros rincones del mapa. Una lengua desnuda se manifiesta como el pergamino en la cual el ser humano puede entretejer interacciones conscientes y fundamentales con sus alrededores, teniendo siempre presente el pasado y los orígenes, siendo éstos los que definen quién es. Además, torna evidente el vasto universo que aún le queda por, libremente mas nunca a la deriva, nombrar.