Estadio Nacional Escolar, el primer coloso para eventos masivos

El 5 de mayo de 1924, el presidente Álvaro Obregón inauguró, en una zona de la colonia Roma, uno de los recintos más grandes de su tiempo, inspirado en la arquitectura griega e impulsado por la SEP que encabezó José Vasconcelos

EXCELSIOR

El 31 de diciembre de 1923, el primer mandatario, Álvaro Obregón, colocó la primera piedra para la edificación del nuevo Estadio Nacional Escolar, con lo que dio el banderazo de salida a los trabajos de construcción de la magna obra.

El proyecto fue propuesto por la Secretaría de Educación Pública, encabezada por José Vasconcelos. A la par se construyó una escuela contigua al inmueble, cuyo edificio anexo estaba destinado a ser una primaria. El complejo debería cumplir las funciones de un espacio cultural.

Con una arquitectura basada en la de los antiguos recintos griegos, el Estadio Nacional fue uno de los primeros en México y catalogado como de los más grandes en América Latina hasta ese momento. “Nadie hable de revivir el espectáculo griego, el coloso romano; ni siquiera la ceremonia arcaica de remotos indígenas. El Estadio reclama creaciones. En sus arcadas tiempla el arte de hoy; el arte es porvenir”, dijo Vasconcelos a Excélsior.

El inmueble ubicado en los terrenos del antiguo panteón de La Piedad, cerca del centro de la capital del país en lo que hoy es la colonia Roma, se levantó sobre más de 74 mil metros cuadrados, con una capacidad estimada de 50 mil personas, con una inversión de más de un millón de pesos, mismos que fueron donados en su mayoría por los trabajadores de la educación. Contaba con una pista de atletismo, vestuarios modernos, así como las comodidades propias para su época.

Aunque la obra fue criticada por diversos aspectos tanto arquitectónicos como estructurales, se vio envuelta en polémica debido a la disputa de la autoría intelectual y el diseño originalmente trazado por el arquitecto José Villagrán García. Cuatro meses de arduos trabajos fueron necesarios para completar la edificación en la que intervinieron una gran cantidad de nombres prominentes de la vida pública, entre ellos el pintor Diego Rivera.

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Durante los ensayos previos a la gran inauguración del nuevo recinto, más de un centenar de niñas sufrieron un severo golpe de calor. La Cruz Roja Mexicana tuvo que intervenir para auxiliar a los menores de los cuales varios cayeron inconscientes, mientras otros más fueron trasladados a diferentes hospitales para recibir atención médica.

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CORTAN EL LISTÓN

La ceremonia de inauguración, abanderada por el presidente Álvaro Obregón en compañía de varios miembros de su gabinete, se celebró la mañana del 5 de mayo de 1924 ante unas gradas repletas y un día nublado en que no cesaron las altas temperaturas que se habían registrado hasta ese momento en la ciudad.

 

Un poema de Sol, de color, de ritmo y de entusiasmo, fue la inauguración del gran Estadio Nacional, a la que concurrieron ayer no menos de sesenta mil personas”, fue el encabezado de la segunda sección de Excélsior del día siguiente.

Participaron todas las escuelas de educación básica de la capital, entre otras técnicas y obreras. Se escuchó el Himno Nacional y los pañuelos volaban, los sombreros ondeaban, las sombrillas subían y bajaban al ritmo de la música mexicana. El espectáculo se desarrolló entre caballos, desfiles alegóricos, recitación de poemas y otras atracciones en las que el verde, blanco y rojo se apoderaron de la fiesta.

Así se vivió el nacimiento de un emblema arquitectónico de la Ciudad de México, un espacio pensado para el desarrollo cultural, el esparcimiento deportivo, así como la propagación del arte y el conocimiento. El nuevo recinto sería muy importante para la sucesión presidencial del 1º de diciembre de 1924.

 

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cva