Renaciendo a los 60 años; la vitalidad no tiene caducidad

La sexalescencia está redefiniendo lo que significa ser un adulto mayor en el siglo XXI, pues “somos activos y tecnológicamente hábiles”. ¿Eres un viejo ya? ¡Claro que no!

EXCELSIOR

La vida es un santiamén. Pasa muy rápido. Naces, creces, te reproduces o no, y vives a todo tren esperando la muerte. Te lo enseñaron en la escuela. Sí, vives lo más intensamente posible el ciclo natural de la existencia.

Una mañana despiertas y te das cuenta que sin sentirlo han pasado 62 años de tu vida. Seis décadas. ¿Eres un viejo ya? ¡Claro que no!

En un mundo donde la juventud ha sido venerada, un nuevo fenómeno cultural emerge con ímpetu inusitado, desafiando el establishment sobre el envejecimiento. Éste  tiene un nombre: la sexalescencia. Al igual que la adolescencia revolucionó nuestra comprensión de los años de transición juveniles en el siglo XX, la sexalescencia está redefiniendo lo que significa ser un adulto mayor en el siglo XXI.

Los sexalescentes somos individuos que cruzaron el umbral de los 60 años, pero que lejos de retirarnos a un segundo plano estamos redescubriendo la vida con una energía que rivaliza con la de cualquier joven. Somos activos, tecnológicamente hábiles y enfrentamos el futuro con una mezcla de sabiduría acumulada y una renovada pasión por la vida.

Contrario a los estereotipos, los sexalescentes no sólo estamos familiarizados con las últimas tecnologías, sino que las dominamos. La gente de “60 o 70”, llamadas personas de la tercera edad, manejamos la computadora y los dispositivos como si lo hubiéramos hecho toda la vida. Estudié en 1975, a mis 14 años, la “carrera” de técnico perforista en computación y usábamos IBM, y quién lo iba a decir, hoy mis amigos me dicen Peter punto com.

Desde manejar redes sociales hasta aprovechar aplicaciones para mejorar nuestra salud y bienestar, somos pioneros de la edad avanzada en línea y estamos siempre en sincronía con las tendencias globales. Utilizamos estas herramientas para mantenernos conectados con familiares y amigos, pero especialmente para seguir siendo relevantes en un mundo cada vez más digitalizado.

El envejecimiento ya no es sinónimo de decrepitud para nosotros, los sexalescentes. Con una atención meticulosa a nuestra salud física y mental, muchos de nosotros seguimos regímenes de ejercicio regular y dietas bien balanceadas. Esta generación de los nacidos en los años 60 y 70 del siglo pasado rompe moldes, participa en maratones, hace yoga y hasta da y toma clases de baile, mostrando que la vitalidad no tiene fecha de caducidad.

El aprendizaje continuo es otra piedra angular de la vida sexalescente. Ya sea retomando viejas pasiones o descubriendo nuevas aficiones, frecuentamos universidades, y tomamos talleres y seminarios, demostrando que el aprendizaje es un proceso de toda la vida. Leer es el barco en el que navegamos, disfrutando el horizonte. Nuestra sed de conocimiento es insaciable y el entusiasmo por adquirir nuevas habilidades quisiéramos fuese contagioso.

Lejos de retirarnos a un mundo alejado, los sexalescentes estamos profundamente involucrados en la vida comunitaria. Muchos se dedican al voluntariado o lideran proyectos que benefician tanto a jóvenes como a otros mayores. Su vasta experiencia y tiempo los convierten en recursos valiosos para cualquier sociedad.

El término lo acuñó el doctor Manuel Posso Zumárraga, quien ha realizado diversas contribuciones en el ámbito de la política pública y la seguridad social, particularmente centradas en la población adulta mayor en Ecuador. Es conocido por su análisis y promoción del término “sexalescencia”, el cual describe a un grupo de adultos de 60 o más años que adoptan tecnologías modernas, mantienen un estilo de vida activo y rechazan los estereotipos tradicionales asociados con el envejecimiento.

Esta generación de mayores es ferozmente independiente. Financiera y emocionalmente autónomos, los sexalescentes tomamos decisiones conscientes sobre cómo, cuándo y con quién deseamos pasar los “años dorados”. Esta independencia también se refleja en nuestra vida amorosa y relaciones, donde muchos preferimos la calidad de las conexiones y una vida más apacible, sobre las convenciones sociales.

Estamos aquí para cambiar la cara del envejecimiento.

Con cada nuevo amanecer, nos llega una posibilidad de renovación y esperanza, convenciéndonos de que cada etapa de la vida tiene su propia belleza y oportunidades. En un mundo que está aprendiendo a valorar la diversidad en todas sus formas, la llegada a la sociedad de los sexalescentes es una manifestación fehaciente de que la vida realmente puede renacer a los 60. No es una frase hueca.

La sexalescencia no es sólo una etapa más,es un movimiento, un llamado a todos, jóvenes y viejos, para reimaginar lo que significa envejecer. Actitud mata achaques.

No es una despedida de la juventud, sino una bienvenida a una era de libertad, descubrimiento y pasión redescubierta. Es, se los digo en serio, la mejor etapa de la existencia.

En el mundo de los sexalescentes, cada momento está lleno de posibilidades y cada experiencia es una oportunidad para desarrollarte más. Porque recuerda, naces, creces, te reproduces o no, y vives. Vives intensamente. A todo tren. Esperando.