Gran pasión, bajo la lluvia, en la final del Fútbol Mexicano

Gris, amarillo y azul son los colores protagonistas de esta noche

HERALDO DE MÉXICO

Uno nunca sabe por qué en el clímax de las historias de acción o épicas, se deja sentir una lluvia casi apocalíptica, que incrementa el caos en la situación. Eso pasó previo a la final entre América y Cruz Azul, en el Estadio Azteca, imprimiéndole un toque de drama a la rivalidad que existe entre ambas escuadras.

La paleta de colores se volvió gris, amarillo y azul, color de los impermeables que se vendían afuera del Estadio Azteca, y que curiosamente compartían con los equipos protagonistas del día. Lo nublado del día disipó las altas temperaturas de la semana; los otros dos, llegaban o entraban tarde por la presencia de la precipitación, que aumentó el tránsito, las acumulaciones de gente que intentaba mantenerse seco, y el nerviosismo.

Todo era agua, plástico. Caos. Los vendedores mismos tapaban sus negocios para no empaparse. Los vasos se vaciaban de cerveza y se llenaban de agua mientras, los ríos de gente corría, porque faltaba una hora para el partido, y los arroyos de lluvia no les permitían pasar. En la explanada no se escucharon porras, cánticos, ni arengas. Todos corrían huyendo del agua como si de ello dependiera su vida.

Los americanistas se apoderaron del Estadio Azteca

Ya dentro del Coloso de Santa Úrsula, la mayoría fue americanista. Pareciera que no se hubiesen puesto a la venta boletos para la parte cementera. Cada coro y aliento, era un rugido azulcrema del Estadio Azteca, que después del partido descansará, al ser cerrado por la remodelación de cara al Mundial de 2026.

Bajo las cortinas de agua, salieron a calentar ambos clubes, con un desaforado grito de la afición local que le cerró cualquier oportunidad de respuesta a los contados cementeros que se dieron cita en el que hasta hace medio año también fue su casa. Ahora volvieron a ser incómodos invitados.

La noche estaba puesta para que América y Cruz Azul volvieran a repetir una final de época como la del Clausura 2013, bajo la lluvia, con goles inesperados, héroes de carne y hueso, piernas acalambradas, penaltis, y un campeón que, independientemente del color, iba a tener una velada calurosa en medio de la lluvia.