¡Te contamos cómo unos perritos hicieron historia junto con la insulina!

El primer ensayo exitoso se llevó a cabo en un perro diabético que, tras recibir la insulina, mostró una notable mejoría en su estado de salud

EXCELSIOR 

El 23 de enero de 1922 marcó un logro histórico en la medicina moderna. Leonard Thompson, un joven canadiense de 14 años, se convirtió en la primera persona en recibir insulina como tratamiento para la diabetes tipo 1. Esta intervención revolucionaria cambió para siempre la vida de millones de personas que padecen esta enfermedad. Sin embargo, detrás de este avance científico hubo un grupo de héroes inesperados: unos perritos que desempeñaron un papel fundamental en los experimentos que llevaron al descubrimiento de la insulina.

La diabetes antes de la insulina: un diagnóstico fatal

A principios del siglo XX, recibir un diagnóstico de diabetes tipo 1 era prácticamente una sentencia de muerte. La única opción terapéutica era una dieta extremadamente restrictiva en carbohidratos que solo prolongaba brevemente la vida de los pacientes. Leonard Thompson estaba al borde de la muerte cuando el equipo liderado por el doctor Frederick Banting y Charles Best decidió probar en él un nuevo tratamiento experimental: la insulina.

Los perros: los primeros en usar insulina

En su laboratorio de la Universidad de Toronto, Banting y Best realizaron sus investigaciones iniciales en perros. Ellos descubrieron que extraer y purificar una sustancia del páncreas podía regular los niveles de azúcar en sangre.

El primer ensayo exitoso se llevó a cabo en un perro diabético que, tras recibir la insulina, mostró una notable mejoría en su estado de salud. Este hallazgo brindó la esperanza de que el tratamiento podría funcionar también en humanos.

El primer tratamiento humano

El joven Leonard Thompson recibió la primera inyección de insulina en enero de 1922. Aunque la primera dosis inicial provocó una reacción adversa debido a impurezas en el extracto, el equipo trabajó rápidamente para mejorar la fórmula. Solo dos semanas después, una dosis purificada preparada por el químico James Collip tuvo éxito: los niveles de azúcar en sangre de Leonard se normalizaron y su salud comenzó a recuperarse.

El impacto del descubrimiento

El descubrimiento de la insulina fue un milagro médico que otorgó una segunda oportunidad a personas con diabetes. En 1923, Banting y John Macleod recibieron el Premio Nobel de Medicina por su trabajo. En un gesto de humildad, Banting compartió el premio con Best, reconociendo su valiosa colaboración.

Reconociendo a los héroes no humanos

Aunque el uso de animales en la investigación médica siempre ha generado debate ético, no se puede negar que estos perritos contribuyeron a salvar incontables vidas humanas. Su sacrificio permitió que la insulina, considerada uno de los avances médicos más importantes del siglo XX, se desarrollara con éxito.

Hoy, más de 100 años después, la insulina sigue siendo una herramienta esencial en el tratamiento de la diabetes. Y mientras celebramos este logro, recordamos tanto a los científicos que lo hicieron posible como a los pequeños héroes caninos que allanaron el camino hacia una nueva era en la medicina.

 

¿Quiénes fueron Banting y Best?

Frederick Banting y Charles Best fueron los protagonistas de uno de los descubrimientos más trascendentales en la historia de la medicina: la insulina. Ambos trabajaron en el laboratorio de la Universidad de Toronto en Canadá y dedicaron sus esfuerzos a encontrar un tratamiento eficaz para la diabetes, una enfermedad que hasta entonces era casi siempre fatal.

Frederick Banting (1891-1941)

Frederick Banting era un médico y científico canadiense con formación en cirugía y un profundo interés en la fisiología. A pesar de sus limitados recursos y experiencia en investigación, tuvo la idea clave que llevó al descubrimiento de la insulina. Inspirado por un artículo sobre el páncreas, Banting formuló la hipótesis de que las células de los islotes de Langerhans, dentro del páncreas, secretaban una sustancia que podía controlar los niveles de azúcar en sangre.

En 1921, Banting convenció al fisiólogo John Macleod para que le proporcionara un espacio en su laboratorio de la Universidad de Toronto y recursos para investigar. Allí comenzó a trabajar con Charles Best como su asistente.

Charles Best (1899-1978)

Charles Best era un estudiante de fisiología y bioquímica que asistía a Banting en su investigación. A pesar de su juventud y experiencia limitada, Best desempeñó un papel crucial en los experimentos. Fue él quien colaboró con Banting en los procedimientos para extraer insulina de los páncreas de animales, particularmente perros, y demostró su efectividad en reducir los niveles de azúcar en sangre en perros diabéticos.

Banting y Best trabajaron incansablemente para aislar la insulina. Aunque sus primeros intentos fueron rudimentarios, lograron purificar un extracto que controlaba los niveles de glucosa en sangre de los perros diabéticos. Más tarde, el químico James Collip mejoró el proceso de purificación, haciendo posible el uso de la insulina en humanos.

En 1923, Banting y John Macleod recibieron el Premio Nobel de Medicina por el descubrimiento de la insulina. En un acto de generosidad, Banting compartió su premio con Best, reconociendo su colaboración esencial. Este avance transformó la diabetes de una enfermedad mortal a una condición manejable, salvando millones de vidas.

Frederick Banting es recordado como uno de los grandes héroes de la medicina, y Charles Best continuó su carrera como científico destacado, contribuyendo a otros avances en fisiología y medicina.

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